Ecuador, mi segundo país
Mi nombre es Vivian Quiroz, tengo 44 años. Soy venezolana y de profesión profesora de educación preescolar.
Nací, crecí y estudié en Barquisimeto, donde y vivía con mis hijos, mi nieto y mi yerno.
Trabajé en el Ministerio Público de Educación por 12 años. Fui profesora y también delegada sindical del gremio educacional.
Tuve que separarme del resto de mi familia y amigos cuando huí al Ecuador con hijos y nieto. Sufríamos persecución política por ser yo delegada sindical.
Mi hija, quien formaba parte de un movimiento juvenil universitario, tuvo que abandonar su carrera de Psicología para salir de Venezuela.
Llegamos al Ecuador en enero de 2019.
Al principio fue duro dejar nuestra zona de confort y comenzar de cero.
Había días de mucha nostalgia y sentimientos encontrados.
Gracias a Dios, siempre contamos con la ayuda de organizaciones humanitarias. Nos brindaron apoyo en alimentación y nos dieron la oportunidad de acceder a cursos de emprendimiento. Gracias a este curso compré mi carrito de salchipapas y hamburguesas.
También trabajé en la pastelería y decoración de eventos sociales.
Los meses transcurrieron y, poco a poco, se fue acomodando nuestra situación económica y emocional.
Mi yerno trabaja en el mercado Santo Domingo y mi segundo nieto nació acá en el Ecuador. Mi hijo y yo ya fuimos reconocidos por el Gobierno ecuatoriano como refugiados.
En la actualidad, sin embargo, nuestro trabajo se encuentra paralizado por la emergencia sanitaria de la covid-19.
Lo que no he podido lograr todavía es homologar mis títulos de profesora, pero sé que en cualquier momento Dios me va a ayudar.
Mi sueño es poder montar mi propia guardería o preescolar aquí, en este país que me ha brindado su refugio y donde no hemos sufrido tanta xenofobia.
Nosotros nos sentimos muy bien acá en el Ecuador.
Como refugiada, les digo a mis compañeros que están en esta situación, que nunca perdamos la esperanza y nuestros sueños, pues mientras hay vida todo se puede.
Mil gracias de corazón al Ecuador, mi segundo país. Si Dios me lo permite, mis últimos días serán aquí. (O)