Por la diversidad, por la dignidad humana
Francisca y Gradysmar, Alexandra y Mishelle, Pamela y Gabriela, Giovanny y Boris, Gina y Verónica, Rubén y Carlos, Efraín y Javier son las primeras parejas del mismo sexo en sellar su relación bajo el amparo del matrimonio igualitario en Ecuador. Son a la vez el reflejo de una incesante lucha por la igualdad de derechos que ahora se abre paso en nuestro país. No se trata de relaciones entre hombres con hombres o mujeres con mujeres que se han tomado la escena mediática con objetivos personales; se trata de la historia de seres humanos, de personas que con seguridad representan a un número más amplio y que ahora es más visible a partir de la vigencia del derecho al matrimonio para personas del mismo sexo.
Por ejemplo, la de Pamela Troya y de Gabriela Correa es la historia de una lucha constante por el reconocimiento de estos derechos, pero es también la realización de un sueño que comenzó hace seis años, tras la negativa del Registro Civil que en sujeción a la Constitución de la República negó su petición para contraer matrimonio.
La historia de Efraín y Javier, además de una historia de amor, es en realidad la consecución de un caso emblemático que motivó a la Corte Constitucional la aprobación del matrimonio igualitario, el 12 de junio del año en curso. Emblemático porque en lo posterior otras parejas se han acogido a un derecho que no solo les otorga igualdad y similares derechos frente a las parejas heterosexuales, sino en las propias palabras de Efraín, “dignidad humana”.
En Ecuador, la búsqueda por la igualdad de derechos es reciente, pero en el mundo 29 países ya habían reconocido con anterioridad el matrimonio homosexual, a través de sus respectivas legislaciones; los pioneros fueron Holanda y Bélgica, mientras que en la región, Brasil, Argentina y Colombia.
La vigencia de esta institución legal en nuestro país garantiza a quienes decidan el ejercicio de derechos como ciudadanos, pero también y sobre todo como seres humanos. (O)