De cara a la gestión del ahorro a futuro, lo primero que deberíamos analizar es si la situación que estamos viviendo es distinta o no a otras de elevadísima incertidumbre (crisis 2008, 11-S) que nos permita, por paralelismo, tomarlas como referencias para saber qué hacer con nuestros ahorros y cuándo hacerlo. Sin embargo, todos los indicios señalan que esta es diferente, como la virulencia de las caídas del valor de los activos, incluso en los denominados “activos refugios”, o el récord alcanzado en las volatilidades de la práctica totalidad de activos financieros en los mercados.

En segundo lugar, también va a condicionar el cómo focalizar nuestro futuro desde el punto de vista financiero, y qué tipo de decisiones tomar en cuanto a nuestros ahorros, la potencial duración en que la incertidumbre estará presente en la mente de los inversores, otro factor diferenciador respecto a crisis  anteriores (habitualmente superables en plazos no superiores a 12-15 meses), pues cada vez se plantean escenarios macroeconómicos en forma de “U” o aún peor de “W”, lo que lleva a pensar en una situación potencialmente extensible a plazos medios de recuperación superiores.

Por todo ello estamos en un momento clave para la reflexión. Creo que esta situación nos ha dado una lección muy importante sobre nuestro comportamiento en relación al ahorro, que por nuestra naturaleza tendemos a olvidar en cuanto las situaciones de crisis se normalizan. La situación nos ha puesto de manifiesto que somos más vulnerables de lo que pensamos y que, por ello, debemos ser más rígidos en nuestros planteamientos sobre ahorro, de cara al futuro y en relación al control de los gastos.

Debemos establecer un sistema personal que garantice mantener nuestras cuentas en absoluto orden, de tener una mayor predisposición a acumular ahorro ante potenciales imprevistos, cada vez más frecuentes, y valorar la importancia de tener una adecuada planificación financiera personal. Es normal que la desconfianza se esté apoderando de nuestra toma de decisiones, pero debemos mantener la calma. Ponernos en el peor de los escenarios no es la solución, pero sí ser cautelosos y prudentes, dada la imprevisibilidad de los escenarios económicos y financieros del futuro. (O)