Covid-19. ¡Sálvese quien pueda!
Nadie estuvo preparado para enfrentar al covid-19, el virus que ataca el ADN humano y complica la operatividad de los pulmones. Que viajó y se dispersó de manera exponencial en Europa, Estados Unidos y América e hizo que, los sistemas de salud colapsaran, generando potentes estragos y acelerando la tasa de mortalidad.
Hoy se especula sobre la puja económica entre países, el mercado de valores, la compra de acciones, el frenazo en las líneas de producción, la caída del precio del petróleo y más. Quiero pensar que no existe afán por alcanzar en el poder a la primera potencia mundial, con riesgo en esta nueva guerra no de misiles sino de bacterias, donde prima lo económico sobre lo humano; que este es un tema geopolítico, que no existe gente jugando con la vida y la salud del universo, pues los efectos egoístas del individualismo destruyen la antigua solidaridad.
El encierro y el confinamiento son insostenibles indefinidamente desde el punto de vista social y económico. Por ello, habrá que diseñar planes para levantar las restricciones, sin bajar la guardia frente al virus que seguirá entre nosotros, reforzar la capacidad operativa de hospitales, los test de diagnóstico, extremar las medidas de higiene en lugares públicos y esperar a que se comercialice mágicamente un antídoto fiable.
Estamos en la ola del “sálvese quien pueda”; los gobiernos tratan de determinar lo dicho por Max Weber, “[…] economía de la salvación a salvación de la economía”. Ahora ya tenemos el virus y cada quien analice cómo soluciona los embrollos posteriores (económicos, sociales, educativos, laborales) que serán incuantificables. El problema tiene connotación global, pero lo resuelves desde lo local.
El covid-19 nos está quitando mucho, pero también deja algo especial. La oportunidad de trabajar, crecer y aprender juntos como humanidad; no es una tormenta pasajera y por ello, debemos preguntarnos: ¿qué va ocurrir con nuestro país?, con altos niveles de pobreza, escolaridad inconclusa, mercado informal, corrupción. Habrá que regenerar el pensamiento político para alcanzar el ideal humano, que es inherente a libertad, igualdad, fraternidad. Y que luego de esto como decía Benedetti: “[…] te pido Dios, apenado, que nos devuelvas mejores, como nos habías soñado […]”. (O)