El problema no son las armas sino la gente y su disconformidad social. Es decir, las armas no son malas sino los hombres que las fabrican y las manejan.

No culpemos a la Asociación Nacional del Rifle; si bien es cierto ellos fabrican el 60% de las armas del mundo, pero el problema es que existe una situación grave con los jóvenes y la sociedad.

A veces la presión hace que este grupo de chicos -de entre 20 y 30 años que crecieron a falta de amor por familias desunidas y en disconformidad con el planeta- cometan delitos y no siempre son con armas; a veces utilizan el fuego, entre otros elementos que sirven para ejecutar sus actos criminales.

En Estados Unidos el gran problema es que alguien con un desequilibrio mental y emocional puede comprar un arma, con absoluta libertad, ya que la Constitución lo permite.

A esto se le suma un gran número de personas con desequilibrios mentales, que aunque no cometan delitos en masas, se atribuyen ciertos hechos solo para tener notoriedad; esto es producto de factores psicológicos.

En cuanto a la retórica del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, considero que los estadounidenses cuentan con entidades -desconocidas al dominio público- que tienen el interés de crear el caos y a base de esa histeria colectiva sacar el provecho en determinadas circunstancias. Es decir, nada de lo que se hace en Estados Unidos es al azar, todo se hace de forma predeterminada.

En ese país el mismo gobierno y sus agencias u organizaciones secretas tienen conocimiento de todo lo que hacen sus ciudadanos ya que cuentan con el sistema de seguridad de última tecnología y la información de las cámaras de seguridad todo el país para hacer un trabajo efectivo.

Con una carta publicada una hora antes en Texas, las autoridades sabían los riesgos o tal vez lo permitieron. Ciertas agencias están para crear un efecto dominó en la sociedad y así justificar sus acciones que influyan en la política y sociedad. (I)