Un kilómetro y medio de fila
Esa es, más o menos, la extensión que tiene la fila de autos que se forma en los peajes que unen a Quito con los valles circundantes.
La congestión vehicular –en el caso del valle de Tumbaco (oriente de la capital)- se forma desde aproximadamente la mitad del Túnel Guayasamín, hasta las casetas en las que se realiza el cobro del peaje. Puede tomar alrededor de 30 minutos llegar hasta el sitio de pago.
En el caso de la vía que sube hacia la capital, la fila de vehículos va más allá del desvío que conecta la Vía Interoceánica con la avenida periférica Simón Bolívar y el tiempo de demora es igual.
Solo dos casetas cobran el paso a miles de automóviles –alrededor de 40.000- que suben y bajan diariamente. Un solo carril está habilitado para el paso rápido o “peaje express”, pero los dispositivos (tags) solo funcionan en cierto tipo de vehículos.
La tecnología de varias marcas europeas como Peugeot o Citroen -por poner un ejemplo- no son compatibles con esos aparatos y por lo tanto no funcionan.
Alrededor de 4.000 automotores utilizan esos dispositivos, lo que significa apenas un 10 por ciento de quienes circulan por esa vía.
La tendencia debería ir hacia la posibilidad de que la mayor cantidad de automóviles posibles atraviesen por el peaje express para evitar la congestión, la demora y el enojo general de los conductores. Pero para ello, primero habría que ofrecer dispositivos con buena tecnología y compatibles con los vehículos que se venden en el país y luego tratar de masificar su uso.
En el caso del valle de Los Chillos (sur-oriente de Quito) el cruce del peaje es un poco menos engorroso porque existen siete casetas para cada sentido, pero en horas pico o durante los fines de semana la fila es similar a la del Túnel Guayasamín. Alrededor de 93.000 vehículos utilizan diariamente la vía
En la reciente campaña para la Alcaldía de Quito no hubo una sola propuesta seria para mejorar el tránsito. Cada vez toma más tiempo y es más caótico movilizarse en la Capital. No queda otro camino que mantener la paciencia hasta llegar al peaje o a donde vaya. (O)