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Ecuador, 26 de Septiembre de 2024
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El Telégrafo
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Como paja de páramo

En 1946 Dolores Cacuango fundó la primera escuela bilingüe kichwa-español. Luego vendrían otras. Todas funcionaban con la autogestión comunitaria y sin apoyo del Estado, eran constantemente allanadas por el ejército y consideradas por los terratenientes como “peligrosas”. Estos ejercían presión en los gobiernos para cerrarlas y en 1963, la junta militar cierra la última y prohíbe el uso del kichwa para la instrucción infantil.

Las escuelas de Cayambe serían el orígen de la Educación Intercultural Bilingüe (EIB) en el Ecuador, un proceso que sin contar con el apoyo adecuado del Estado, ha generado logros importantes. Si en los años de “Mama Dulu”, el ataque del aparto estatal a esta propuesta fue directo, en las décadas recientes, desde diversas y sutiles formas ha continuado.

Desde los debates al crear la Constitución (2008), en donde asambleistas “revolucionarios ciudadanos” se oponían a que las lenguas indígenas sean consideradas lenguas oficiales, hasta la aprobación de la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LEOI) (2011), que limitó competencias a la propuesta EIB original, reduciendo un proceso histórico desarrollado por las organizaciones indígenas a una subsecretaría del Ministerio de Educación. Si en los días previos a la LOEI, no habían suficientes maestros bilingues; desde la visión homogenizadora de esa ley, eso dejó de ser prioritario. Si antes de la LOEI, habían fallas en el bilingüismo de los alumnos; con la ley de marras, el aprendizaje o perfeccionamiento de la lengua ancestral ya no era importante para el sistema y menos aún su carácter intercultural.

Cuando la EIB fue reconocida oficialmente (1989), el Estado pidió que desarrolle el carácter intercultural. Como si esto fuera responsabilidad exclusiva de un pueblo y no de toda la sociedad y sus instituciones. La EIB apoyó a gestar la interculturalidad como eje curricular transversal de la educación básica mestiza (1996), pero 23 años después esta no se efectiviza en el trabajo diario de las aulas ecuatorianas. Se ha reducido al floclor: los niños mestizos se visten de indígenas y bailan música indígena en las fiestas de fundación española de la ciudad a donde se pertenecen.

Como diría nuestra Dolores Cacuango, la paja de páramo renace luego de ser arrancada, así la Educación Intercultural Bilingüe vuelve a los pueblos y nacionalidades indígenas, sus gestores y decidores. Ellos pueden construir mejores días para el aprendizaje de sus niños y niñas. Es un reto, plasmar aún con más vehemencia, los derechos colectivos, pero el Estado debe cumplirle a la EIB, trascender la retórica, el golpe mediático, el juego político… y garantizar efectivamente los derechos colectivos.

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