La ruta viva, sin control
El aeropuerto de Tababela se comenzó a construir en el año 2006 e inició sus operaciones en febrero de 2013 con una pequeña y congestionada ruta –la Vía Interoceánica- con un carril de ida y otro de retorno, que incluía el indestructible puente metálico del Chiche.
Gracias a una inesperada bonanza petrolera que “por suerte” trajo más recursos, en 2012 se inicia la construcción de la Ruta Viva y dos años más tarde se abre esa vía rápida y moderna, por la que circulan miles de vehículos desde y hacia el Valle de Tumbaco.
Pero a pesar de que a toda hora hay en esa vía un gran flujo de automóviles, casi no existe vigilancia de la Policía Nacional o Metropolitana. Casi nunca alguien vigila, o acompaña, a las personas que aprovechan durante el día y la noche esa ruta para evitar entrar a la ciudad o llegar más rápido a su destino.
Camiones con mercadería y viajeros que van y vienen del aeropuerto en la noche, en la madrugada y durante el día deben encomendarse a su individual creencia o fe para recorrer los casi 13 kilómetros de la ruta y los que deban recorrer por la avenida Simón Bolívar, que sufre el mismo abandono.
Los controles de exceso de velocidad –frecuentes hasta hace unos meses- ya no se ven y todos los vehículos bajan de 90 kilómetros por hora o más, solamente cuando cruzan los dos radares, que son los únicos testigos de lo ocurre en esa carretera.
Los baches –que en Quito ya son parte del paisaje- también existen y son un peligro mayor en una vía de alta velocidad.
Pero se imaginan lo que sería si –gracias a la ninguna planificación del alcalde de 2006- tendríamos todavía que llegar al aeropuerto por la antigua y pequeña vía, con o sin vigilancia. Por suerte, ahí está la Ruta. (O)