La paz es un desafío global
Las declaraciones de Iván Márquez pueden convertirse en el catalizador de una violencia que se ha sostenido durante décadas en Colombia, y de la que solo unos pocos radicales de ambos lados ideológicos se han beneficiado.
El anuncio de retoma de las armas es una imagen dolorosa que revive ese gran monstruo de una violencia de décadas pero que, además, reactiva el temor, motor de errores y sectarismos.
El acuerdo de paz es un logro histórico en el que creímos y aún creemos muchos colombianos, y además un esfuerzo que no debemos abandonar, pues es una responsabilidad colectiva.
Los escritores, hoy más que nunca, debemos incentivar la palabra como herramienta para el trámite de los disensos, para la resolución de los conflictos pero, sobre todo, para la visibilización del otro como sujeto, por encima de las diferencias.
Colombia se construyó a partir de diversidad de creencias, opiniones e ideas, y el escritor tiene la posibilidad de darles voz y cauce, especialmente a aquellos cuya fuerza se ha diezmado.
Frente a este golpe, nuestra respuesta debe ser acoger a quienes decidieron desmovilizarse y apostar por la paz, a los excombatientes que creen en esta oportunidad, pero también, a la gente en el campo, a las víctimas, a los desplazados, a quienes han sufrido de manera directa los efectos del conflicto.
Como formadores de opinión, debemos presionar para que el Estado cumpla los acuerdos, para que haya un apoyo y una veeduría internacional pero, sobre todo, para que asumamos este proceso como un desafío del que todos hacemos parte. (O)