Claros y oscuros de las redes sociales
El ecosistema digital y, en particular, las redes sociales se han constituido en la columna vertebral de nuestra sociedad. Es así: a través de aplicaciones y plataformas recibimos información e interactuamos; construimos y mantenemos relaciones; expresamos pensamientos y emociones... Sin embargo, más allá de los beneficios y esa aparente sensación de libertad, subyacen problemas que limitan nuestra independencia y revelan un entorno marcado por la influencia y manipulación. Solo pensemos que, con la llegada de internet, todos imaginamos un espacio de conocimiento, tolerancia y consenso. ¿Qué tenemos? Desinformación, polarización y comunidades con creencias muy marcadas (de hecho, hay grupos en la web que hasta justifican el racismo).
¿Cómo llegamos a esto? Es una pregunta que responde el documental "El dilema de las redes sociales", disponible en Netflix. En algún momento, aquella promesa de que la tecnología nos iba a unir como sociedad, se vio superada por un modelo de negocio que tiene por objetivo generar adicción y garantizar el consumo de anuncios publicitarios: las notificaciones que recibimos cuando amigos realizan publicaciones, el contenido relacionado, incluso las stories de Instagram, son estrategias pensadas (desde el diseño y la cognición humana) para suscitar dependencia y concentrar nuestra atención.
Por ello, cuando añadimos un algoritmo de personalización programado para aumentar la permanencia y tiempo de exposición, empiezan a evidenciarse ciertos conflictos. Es cuestión de analizar las consecuencias que provienen de las burbujas mediáticas y la conformación de grupos que valoran como real un solo punto de vista.
Al respecto, el fenómeno de los fake news ilustra lo que sucede hoy: contenidos que ratifican creencias preexistentes (si piensas que un político es corrupto y una noticia falsa lo respalda, dicha idea se convierte en verdad).
Sin embargo, no todo es negativo o apocalíptico en el entorno digital: durante la pandemia las redes sociales y las diversas "apps" permitieron mantener a flote la economía: la conectividad facilitó el teletrabajo así como la distribución de alimentos y medicinas.
De ahí que la solución no pase por la prohibición de las redes sociales, sino que esté en línea de implementar ciertas regulaciones. Solo de esta manera, se pueden potenciar los beneficios de un espacio que, desde sus inicios, fue concebido para mejorar nuestra calidad de vida. (O)