Llevar en el cuerpo
No tan reciente, pero contemporáneo, es el filme alemán Cerezos en flor (2008) de Doris Dörrie. Y es contemporáneo cumpliendo el sentido de tal palabra (y cito al filósofo Giorgio Agamben), al visibilizar el desfase, una relación distinta con el tiempo actual.
Es una película de la década anterior, pero su tema evidencia que hay algo más que tiempos, edades, momentos: es lo oscuro en tiempos de luz. Cerezos en flor trata de la tercera edad y el desfase que tal generación siente ante un mundo en el que los hijos quieren deshacerse de sus padres por considerarlos una carga.
Pero no se refiere a la relación intergeneracional, sino a repensar la relación de pareja, una que se volvió rutinaria, abocada al trabajo, a la espera, a vivir de acuerdo al flujo de lo cotidiano. Eso es lo actual, es decir, las relaciones acostumbradas a tener, a seguir con lo ya conocido y no explorar lo nuevo. Para los hijos, sus padres son lo conocido, lo tradicional, y buscan lo nuevo en distintas situaciones, sin darse cuenta de que puede haber algo que nunca advirtieron en sus progenitores. Ese mismo inconveniente también rodea a una pareja de ancianos: pareciera que para ellos ya no hay nada distinto ni en su relación ni en el mundo que les rodea. La película es cruda y cuestionadora.
La directora, Dörrie, ilumina con un rayo cegador esas relaciones para convencernos de lo contemporáneo del asunto. Se sirve de la metáfora de la danza japonesa “butoh” y de las flores del cerezo, muy emblemáticas del país nipón. La danza hace que hagamos consciencia de nuestra sombra y, dentro de ella, hacer hablar al cuerpo, mientras las flores del cerezo simbolizan lo efímero de nuestro paso en la vida.
Las relaciones de pareja son una danza del tiempo donde cada cual es sombra del otro. En el momento en que falta uno, esa sombra, en efecto, se torna en real oscuridad y nos hace doler porque la oscuridad ya no tiene rostro. Es el instante de saber que uno ha ignorado realmente al otro. En Cerezos en flor, por ello, el personaje debe llevar en el cuerpo, debe “vestirse” con la ropa de la esposa, para conocer lo que deseaba: lo trascendente de cada mínimo segundo y lo nuevo, una cultura, otra (tal vez la japonesa), conexión ahora con lo divino.
La película traduce la relación con el tiempo de manera poética: así Cerezos en flor reta a mirar el desfase social desde la oscuridad. (I)