Centralización y regiones en 1830
El reconocimiento implícito de la realidad histórica, social, económica y cultural de las regiones se concretó en el texto constitucional de 1830. En la elaboración de la primera Carta Magna se recrearon las diversidades sociopolíticas y socioculturales regionales. No obstante, cinco años después, a raíz de la Asamblea Constituyente de 1835, una nueva Carta Magna alteró el modelo de distribución regional. Se crearon siete provincias o unidades territoriales más restringidas (Quito, Chimborazo, Imbabura, Guayaquil, Manabí, Cuenca y Loja), lo que trajo consigo una notoria centralización.
Según el historiador Juan Maiguashca, la supresión de los departamentos “solo se sintió en ciertas actividades del Ministerio de lo Interior. Asuntos electorales y religiosos, por ejemplo, quedaron todavía en manos de entidades de rango departamental. Lo mismo sucedió con actividades pertinentes al Ministerio de Hacienda y al de Guerra y Marina”. No obstante, los representantes de Guayaquil Francisco de Marcos, José Antonio Campos y Juan José Casilari denunciaron los menoscabos que sufrirían las regiones, con la aplicación del nuevo modelo de división político-administrativa de carácter provincial.
Como estaba de por medio la elección de Vicente Rocafuerte como presidente de la República -quien exhibía notorias resistencias entre los diputados del interior-, la discusión sobre el nuevo régimen administrativo pasó a un segundo plano. Sin embargo, los diputados de Guayaquil propusieron que se creara una Cámara de Distrito en las capitales de los tres departamentos, frente a la moción de establecer una legislatura permanente en Quito, para evitar la concentración de poderes en la capital de la República: “Situada la capital en uno de los extremos de la República, continuarán los inconvenientes, que han aquejado a las provincias distantes, porque sobre ser lenta la acción de los gobiernos populares, a juicio de los políticos, se debilita en los extremos la fuerza de las palancas de que se sirven”. El problema de la centralización ya era inminente, pero realmente se sentiría a partir de 1843, cuando la famosa “Carta de la Esclavitud” floreana se proponga “erradicar los grandes y pequeños ´localismos´”. (O)