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Ecuador, 23 de Noviembre de 2024
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El Telégrafo
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Mi canción marica

Decidí buscar música que respondiera a los cuestionamientos que me había dejado una charla con una persona trans, a mis catorce años, en Buenos Aires.

Música que me hablara de las personas y sus esperanzas. Fue ahí donde encontré, como una enorme madre, a Mercedes Sosa. Su voz e interpretaciones me guiaron hacia el camino de Nina Simone, y me pregunté si sabía lo que se sentía ser libre. Chavela Vargas, poniéndome la mano en el corazón; Sandra Mihanovich, que alejó el miedo de la gente en el Puerto Pollensa de Marilina Ross y Chico Buarque, con su amor prohibido.

Fue mucha de esta música la que hizo que me animara a explorar con mi voz y empezara a interpretar canciones en las que podía ser yo. En la Universidad pude aceptarme y quererme por lo que soy. Para mi familia el proceso fue un aprendizaje en el que hubo encuentros y desencuentros, pero notaron que la persona que tenían en frente, que había sido criado con la oportunidad de jugar con muñecas y monstruos, era ahora un ser humano con un espíritu libre.

¿Los músicos han perdido sus miedos? Recientemente conversaba con Juan Iñaki, cantante, productor y compositor argentino, sobre el papel que debe retomar la música en las luchas sociales y la consecución de derechos sexuales y reproductivos. Todavía resulta complicado para muchas y muchos artistas asumir una posición dentro de los debates contemporáneos: el público y el mercado tienen un papel dentro de lo que el artista puede o no puede decir e incluso con quién puede estar como pareja.

En el ámbito de lo que se ha catalogado como música latinoamericana se ha preferido mirar hacia otro lado. Está claro que muchas fueron canciones que describieron una época y, por tanto, responden a un contexto en que muy poco se hablaba de diversidades o disidencias sexuales, quizá de una forma más abierta que en el presente. La reflexión con Juan finaliza en que debo producir y cantar algo, hablando abiertamente de mi sexualidad y de mi novio, Alejandro. Escribirle, por ejemplo, un sanjuanito o un albazo que sirvan para levantar las voces frente a la serie de problemas que estamos viviendo. (O)

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