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Cambalache

Cambalache
05 de noviembre de 2016 - 00:00 - Claudio Campos, entrenador de fútbol

Un conocido tango graficó con sus letras lo que sería el mundo en nuestros tiempos, inspiración muy cercana a la realidad con amplios matices relacionados y que podemos enlazarlos con las vicisitudes que atraviesa la gran pasión que tienen en sus genes la mayoría de los argentinos por el fútbol.

Los tiempos cambian y también las formas pero muy difícil que se modifique la esencia, y eso lo podemos aseverar porque es cotidiano ver a un puñado de amigos en cualquier esquina sentados con una taza de café en la misma mesa del bar, tratando de descifrar las acciones de los partidos del fin de semana en una servilleta y discutir con fundamentos.

Lo que sí tiene otros condimentos es el juego como tal, ya que por la vorágine que vivimos, los actores principales han crecido con vacíos importantes de conocer por qué el cosmos respeta tanto al país en esta materia hoy tan globalizada. La actualidad nos demuestra que Argentina fue perdiendo con el rumbo no solo en las prioridades sino en las formas, detalle que generó la caída de un frenesí que es parte del diario vivir.

Podemos revisar que pocos entrenadores son audaces y no temen al resultado porque conviven con la idea de que estos llegan por tesituras claras y con trabajo. Los últimos años fueron transparentes en este sentido, ya que al hurgar en los equipos destacados observamos que Newell’s dirigido en aquel entonces por Gerardo Martino marcó un rumbo y estampó un sello característico que duró muy poco por las urgencias económicas y un mercado muy leonino. Aquel conjunto daba amplitud en la salida con los centrales y entregaba parte importante del tan fundamental primer pase a su arquero.

Obviamente que estos valientes técnicos normalmente ostentan un respaldo significativo de sus clubes y eso les permite laborar con las prisas normales que todo director técnico tiene si es que es ambicioso. Por naturaleza Argentina es un país amante del buen trato al balón y premia con la aceptación popular cuando se da cuenta que la propuesta es sólida y mucho más si se respeta el perfil histórico tan anhelado por los románticos. Otros jóvenes timoneles como Gallardo o el mismo Almirón han colaborado con sus posturas enriqueciendo una etapa oscura que necesita imperiosamente volver a sus fuentes para poder recuperar el olvidado estilo que llevó a este país a ser una potencia mundial. Mucho de esto se fue perdiendo, pero de a poco están renaciendo de las cenizas esas raíces para volver al origen. El fútbol argentino está inmerso en un cambalache y crisis institucional tan profunda, que desvía la atención y deja de lado un aspecto tan relevante como su histórica distinción que por los principios y dignidad de algunos,  aparentemente se va a recuperar. (O)

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