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Bacurau: el preludio

Bacurau: el preludio
03 de agosto de 2020 - 00:00

Lina Camacho Lucio

Universidad de las Américas y Red de Politólogas

Bacurau es el nombre de la película creada por Kleber Mendonça y Juliano Dornelles en la que las imponentes montañas, testigos del calor y de carreteras en mal estado, se convierten en el principal espectador en un poblado al nordeste de Brasil, que captura una fotografía de lo que se puede denominar un preludio de la crisis sanitaria que hoy vive ese país. Mientras se desarrolla la trama, uno cae en cuenta de que hay pocos servicios básicos, un centro de salud con apenas tres camas y una doctora. La comunidad transcurre en calma aparente hasta que una amenaza implacable toma la vida de varios habitantes del pueblo.

En la vía que lleva a Bacurau ocurre un accidente en el que un camión que transporta ataúdes choca con un motociclista. Los vecinos se apropian de los cajones esparcidos en la carretera, entre ellos el Prefecto que aprovecha la situación para incluir algunas cajas fúnebres entre los obsequios de campaña por su reelección. Esa es la primera escena, un tanto absurda y dantesca, pero que de pronto es reveladora. Bacurau se convierte en una representación de la situación en Brasil, donde ya existían condiciones de desventaja y precariedad para ciertas zonas alejadas de las grandes ciudades, no solo en materia económica, sino en acceso a servicios elementales como la atención médica. Algo que no surgió a raíz del nuevo coronavirus. El sistema de salud estaba bajo presión por la tasa alta de dengue. El 15% de la población en Brasil no tiene agua potable, el 36% sin alcantarillado y el 5,6% (mal) vive en casas con hasta tres personas por habitación. Por lo tanto, las condiciones estructurales ya eran desfavorables para seguir las sugerencias de políticas públicas que ha hecho la OMS.  

Bolsonaro es como el Prefecto de esta historia, porque es obstinado por sostener su electorado, aunque los regalos para evitar la erosión de sus bases no procuren necesariamente el bienestar de la población. El primer mandatario brasilero tiene poca consideración sobre las recomendaciones de los técnicos y las sugerencias desde la Ciencia, ha promovido aglomeraciones frente al palacio de Planalto (en medio de un contexto internacional que convoca a quedarse en casa) y su discurso ha sido contundente respecto a la idea de que "yo soy mesías, pero no hago milagros”. Esta historia evidencia, una vez más, que los liderazgos importan. (O)

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