La electricidad, el calor y otras formas de energía pueden almacenarse durante periodos en los que su disponibilidad es grande o su demanda pequeña, para ser utilizadas después, cuando disminuya o se incremente su uso. Los egipcios fueron los primeros en aplicar el almacenamiento de energía en su concepción actual, lo que estaba basado en un sistema de piscinas pintadas de negro que captaban el calor del sol durante el día y al llegar la noche conducían el agua caliente hasta sus viviendas, manteniendo una temperatura confortable en las habitaciones.

El aire comprimido también puede ser almacenado para aprovechar su expansión y generar energía en el momento que sea requerida. Existe una diversidad de máquinas y herramientas accionadas por aire comprimido como: martillos neumáticos, taladros, amoladoras, sopletes para pintar, sopladores para limpieza, pistones neumáticos, bombas de vacío de uso médico, turbinas para generación eléctrica, entre otros.

Una de las aplicaciones más comunes la encontramos en compresores acoplados a un tanque donde se acumula una cantidad determinada de aire a presión lo que permite manejar demandas súbitas que excedan su capacidad, así como evitar su frecuente encendido y apagado, ahorrándose energía y aumentando su vida útil.

El almacenamiento de aire comprimido para la generación de electricidad es una tecnología interesante y atractiva desde el punto de vista económico, sin embargo, no ha tenido gran desarrollo y es poco conocido pese a que en Alemania, en la década de 1970, se instaló, con este sistema, una central de 290 MW de capacidad. En este tipo de centrales el aire es comprimido y almacenado en una caverna natural o mina abandonada, cuando se requiere electricidad, el aire presurizado se calienta y expande a una turbina acoplada a un generador eléctrico.

La efectividad y rentabilidad de este sistema fue puesto a prueba en un estudio realizado en Australia, donde se acopló esta tecnología a una planta eólica de generación eléctrica. Durante periodos en los que el recurso eólico era superior a la demanda eléctrica, el exceso de energía se utilizó para comprimir aire dentro de una cueva. Posteriormente, en horas pico o de mayor demanda eléctrica, el aire comprimido se empleaba para generar electricidad de la manera antes descrita. Este sistema de almacenamiento resultó más económico y confiable que otros convencionales como el uso de baterías.

Su desventaja radica en que requiere utilizar grandes cavernas por su amplio volumen de almacenamiento, limitando los lugares y proyectos energéticos donde puede aplicarse, siendo el principal motivo por el cual no ha tenido un gran desarrollo ni difusión. (O)