Punto de vista
Actitud política para un diálogo eficaz
Los discursos en las sesiones plenarias de la Asamblea Nacional son diversos. Existen lúcidas intervenciones orientadas a aportar soluciones a los problemas nacionales pero en contraposición, lamentablemente, muchos asambleístas buscan únicamente brillo personal y, lo que es peor, hay quienes pretenden disputar el poder para reivindicar intereses particulares, aunque eso signifique sumir al país en el caos.
También reiterativamente se confunden fines con medios llevando el debate parlamentario a la intrascendencia porque en lugar de definir primero los “para qué”, se discute dogmáticamente sobre los “cómo”. Es similar a planificar un viaje y antes de definir el destino se pretendiera decidir sobre el medio de transporte que se usará. De esta forma, todo queda condicionado por la coyuntura y se opera una especie de miopía colectiva que impide pensar el Ecuador del futuro.
La Asamblea Nacional refleja las disputas de poder y los intereses encontrados, por lo que para iniciar un diálogo nacional efectivo quizá debamos plantearnos un cambio radical en el comportamiento político.
Primero es necesario definir que la misión política de todas las fuerzas no es ganar las próximas elecciones sino solucionar los problemas nacionales; segundo, establecer objetivos comunes mínimos como por ejemplo lograr en simultáneo crecimiento económico sustentable, mayor equidad y reducción de la pobreza; tercero, plantear soluciones integrales a los problemas.
Así, si se modifica el acceso a la educación superior hay que hacerlo en el contexto de la inserción laboral futura de los graduados. Si se hace una reforma tributaria se debe asegurar el financiamiento para garantizar derechos fundamentales como la salud y la educación.
Además, privilegiar los progresivos impuestos directos sobre los indirectos de manera que se grave a los que más tienen en beneficio de los que más atención requieren.
Para generar empleo y mayor competitividad se deberá enfatizar en la dotación de infraestructura y en el incremento de las capacidades de innovación, no en la explotación laboral o la concesión de privilegios que reproducen la práctica rentista de cierta parte del sector privado que busca hacer buenos negocios en lugar de crear empresas agregadoras de valor. Cuando se hable de emprendimiento será fundamental incluir a los que provienen de la economía popular y solidaria.
En definitiva es el momento en el que las verdaderas intenciones de cada uno se pueden desvelar. Habrá quienes con madurez entenderán que el diálogo propuesto por el presidente Lenín Moreno es una gran oportunidad para el avance del país y otros que pensarán que es una puerta abierta para intentar imponer agendas derrotadas en elecciones; estos últimos, seguramente pretenderán retornar a la anarquía de antes de 2006 y evidenciarán que su única búsqueda es satisfacer su apetito voraz de poder y riqueza. (O)