Abandonado, pero buen padre
Jostin Ruales Supúlveda (31), Ingeniero en Sistemas, debido a la cuarentena y gracias al teletrabajo, cuida ahora totalmente de Jerson, su hijo de 9 años.
Es padre, madre, hermano y amigo a la vez de su pequeño, y no de ahora, sino desde hace cinco años, cuando su esposa se fue con el supuesto propósito de estudiar y trabajar en Italia, pero se hizo de otra pareja.
“Suelta de huesos un día me llamó y me dijo que ya no pensaba volver ni a la casa ni al país porque allá ya tenía hecha su vida junto a su nueva relación y una niña que tuvo hace 2 años”, relató.
Al comienzo de esta situación por el aislamiento social, le resultó duro trabajar y estar pendiente de su hijo, pero Jostin ahora dice que es feliz al estar dedicado “en cuerpo y alma a mi niño”.
En casa está pendiente de que no le pase nada, de acompañar su crecimiento, disfrutar sus travesuras, miedos, sueños, berrinches…”.
Si bien se califica como un padre “protector y consentidor”, Jostin señala que sabe reprender a su hijo, pero sin caer en los castigos, para darles una educación correcta.
Dice que un padre no puede educar con violencia.
Estas palabras le invitan a reflexionar. Él no quiere que su hijo forme parte del 47% de niños y adolescentes que han recibido algún tipo de maltrato por parte de sus padres, como lo determinó en 2019 la Encuesta de la
Situación de la Niñez y Adolescencia realizada por Unicef y el Observatorio Social del Ecuador.
También preocupan las cifras de Unicef de que 3 de cada 10 niños reciben golpes como castigo, por parte de familiares y personas cercanas a ellos. Admite que este es un tema para repensar. (I)