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Ecuador, 26 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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1970: Los colores que trajeron la paz

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México tuvo la mejor final posible: Brasil e Italia llegaban con dos títulos cada una, es decir que la copa Jules Rimet tendría un dueño definitivo (el primero en ganarla tres veces la conservaría de forma permanente). El Brasil de Pelé ganó el mundial, pero el destino del trofeo sería otro. Tras pasar la Segunda Guerra Mundial en una caja de zapatos, y el robo en Inglaterra (fue encontrada por un perro), el trofeo fue robado y fundido en 1983.

Así como el ciclo del trofeo llegaba a su fin, México 70 fue una bisagra en otros dos aspectos: la introducción de las sustituciones durante el partido y las tarjetas amarilla y roja, una idea que había propuesto el presidente de la Comisión de Árbitros de la FIFA, Ken Aston.

Aston, que había sido teniente coronel en la Segunda Guerra Mundial, se había licenciado como árbitro en 1936, y pitó en la Copa del Mundo de Chile 1962. Luego de retirarse en 1963 (tras silbar en la final de la Copa Inglesa), fue nombrado miembro de la Comisión de Árbitros en 1966, a la que llegó a presidir de 1970 a 1972.

La carrera de Aston tiene una mancha: el partido entre Chile e Italia de 1962, en el que los locales tuvieron su consentimiento para ser violentos. Aston contó que cuando le asignaron ese partido, no le hizo gracia, por todo el contexto. Toda su experiencia en la guerra no le sirvió en la “batalla de Santiago”, en la que los carabineros tuvieron que entrar tres veces a la cancha.

En 1966, ya como miembro de la comisión, notó que la expulsión a Antonio Rattín en el partido entre Argentina e Inglaterra había sido un problema porque el árbitro Kreitlein hablaba alemán y el argentino, español. Además, parecía que el árbitro estaba expulsando a los hermanos Jack y Bobby Charlton, pero solo les estaba advirtiendo que debían calmarse.

Así que Aston se dedicó a diseñar un método universal para las amonestaciones. Y un día, sucedió esto: “Mientras conducía por la calle Kensington de Londres, el semáforo se puso en rojo y pensé: ‘Amarillo’, puedes aún pasar, ‘Rojo’, alto, fuera del terreno”.

Las tarjetas no pudieron haber funcionado mejor: Tras los violentos mundiales de 1962 y 1966, en 1970 no se registró ninguna expulsión. Pelé, sacado a patadas de los dos torneos anteriores, se consagró como el mejor, gracias a Aston. (O) 

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