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Ecuador, 26 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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1934: Benito, el gran motivador

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“En 1930, en Uruguay, me querían matar si ganaba, y cuatro años más tarde, si perdía”. Luis Monti lo decía en serio. En 1934, para los seleccionados, la derrota no era una opción, si querían vivir. El régimen de Benito Mussolini hizo todo para que la copa se quedara en casa. Y fue por eso que Monti se convirtió en el único futbolista en jugar dos finales con camisetas distintas.

Como Adolf Hitler con las Olimpiadas de Berlín en 1936, “il Duce” quería mostrar el desarrollo de Italia, unificar al país y exhibir algo de superioridad a través del Mundial. A diferencia de Hitler, que vio a un atleta negro, Jesse Owens, ganar cuatro medallas de oro, a Mussolini le fue bien, y eso incluía el triunfo local. Por las dudas, el Calcio nacionalizó a 6 jugadores argentinos, entre ellos, Monti, subcampeón con Argentina en 1930.

La mano del “Duce” se dejó notar. En cuartos, Italia enfrentó a España, liderada por el legendario portero Ricardo Zamora, quien, cuando los ibéricos ganaban 1-0, fue agarrado por Angelo Schiavio para impedirle que bloqueara el tanto del empate. Con la complicidad del árbitro, los italianos fueron violentos, y para el partido de desempate, 7 españoles no se presentaron, entre ellos, Zamora, con dos costillas rotas. Italia ganó 1-0, luego que le anulara al rival dos goles legítimos.

En la semifinal, tras adelantarse a los 9 minutos (con falta contra el arquero austríaco incluida), los locales se replegaron y ya nada pudo cambiar el resultado. Eran los orígenes del ultradefensivo catenaccio.

Para la final, Mussolini fue breve con el técnico Vittorio Pozzo: “Usted es el único responsable del éxito, pero que Dios lo ayude si llega a fracasar”. Y Pozzo le dijo al equipo: “No importa cómo, pero hoy deben ganar”. Con esa motivación, le ganaron 2-1 a una Checoslovaquia que tenía a Planicka, a Nejedly, el goleador del Mundial y al talentoso Svoboda. Y, para variar, ganaron bien. Se cumplía el sueño de propaganda fascista.

Cuatro años después, Italia volvió a la final, y el “Duce” envió al técnico un telegrama de tres palabras: “Vencer o morir”. Y fue así que Pozzo se convirtió en el único técnico dos veces campeón de la Copa del Mundo, al vencer a Hungría 4-2. Antal Szabo, el portero húngaro, reflexionó al final del partido: “Al menos encajando 4 goles he salvado la vida de 11 jugadores”. (O)  

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