Tectónica de placas (2)
En la década de los 70 del siglo XX, se dio el debate entre las dos escuelas clásicas geotectónicas: movilística y ficcística. La segunda considera que la evolución de la corteza terrestre ocurre in situ, que los océanos siempre ocuparon el espacio que hoy ocupan, al igual que los continentes.
La práctica demostró que la escuela movilística tenía la razón. La hipótesis de la “Deriva continental”, sustentada a principios del siglo XX por Alfredo Wegener y que fue repudiada en su tiempo, 70 años después, con el aporte de estudios realizados por grupos de investigadores especializados en todas las ramas de las ciencias geológicas, se logró demostrar que era una realidad.
El triunfo de las ideas movilísticas significó una verdadera revolución en el desarrollo de las ciencias de la Tierra.
Revolución que debe hacerse extensible a todas las ciencias naturales, pues la mayoría de ellas continúa sustentándose sobre principios ficcísticos obsoletos, sobre todo en países en vías de desarrollo, como el nuestro.
Quisiera ilustrar al lector con un ejemplo: al producirse el movimiento de las placas, crecen o se reducen los mares y océanos, al igual que los continentes, paralelamente derivan las corrientes submarinas, aspecto que modifica los vientos, el clima, así como la vida animal y vegetal sobre la Tierra. Cuando se analiza un fenómeno concreto de las ciencias naturales (desertificación, cambio del clima), los especialistas rara vez consideran el aspecto movilístico global, el cual siempre juega un rol muy importante.
Así mismo, cuando se realizan investigaciones relacionadas con la diversidad orográfica, geográfica, climática, biológica o étnica, siempre es necesario partir de la relación de dependencia que existe entre estas ciencias y la geología. El estudio debe iniciarse investigando aspectos de dependencia global, luego se debe pasar a considerar los aspectos de dependencia regional; y por último investigar en forma concreta cómo las estructuras geológicas locales influyen en el desarrollo de la diversidad, como se demostró en el caso del archipiélago de Galápagos.
A la luz de la tectónica de placas, el Ecuador se encuentra localizado en el borde occidental activo de Sudamérica, a lo largo del cual en forma permanente chocan la placa sudamericana de origen continental, que se desplaza hacia el oeste, contra las placas de Nazca de origen oceánico, que se desplaza hacia el este. Como producto del choque, en el plano de fricción de las placas se originan los sismos y el vulcanismo, los sistemas de fallas y suturas, el plegamiento y metamorfismo de las rocas, así como la acreción -suma- de terrenos al continente.
De esta manera a través del tiempo geológico, en diferentes ciclos orogénicos, se originó la cordillera de los Andes ecuatorianos y la gran diversidad de formaciones, rocas y yacimientos de minerales que la conforman.