Ginger y Yohana estaban desorientadas. Miraron de un lado a otro mientras caminaban por el patio principal de la Academia Naval Guayaquil, donde estaban empadronadas. Ellas,  trans femeninas de 35 y 38 años, buscaban la mesa donde les tocaba sufragar.     

Ambas vestían jeans y blusas de mangas largas para que el sol no quemara sus brazos. También portaban gafas y lentes de contacto celestes y plomos.    

A diferencia de la primera vuelta, las juntas receptoras del voto donde les tocó votar se instalaron en lugares distintos en el centro educativo ubicado al norte de Guayaquil. Esto provocó confusión entre los electores.

Para resolver sus dudas, Ginger y Yohana se acercaron a un agente de la Policía Nacional, quien las orientó de inmediato. Caminaron 50 metros y encontraron los lugares indicados.   

Como ellas, 271 mujeres y hombres trans votaron ayer en las filas de sus preferencias, gracias al cambio de sexo por género que realizaron en sus cédulas de identidad.

Esto es posible por la Ley Orgánica de Gestión de la Identidad y Datos Civiles, vigente desde febrero de 2016. “Esperé en la columna de mujeres, hubo murmullos, pero eso nos tiene sin cuidado, la norma nos ampara y da la oportunidad de participar en decisiones importantes”, contó Yohana, quien trabaja como vendedora independiente.

Ginger no votó en la primera vuelta por problemas de salud. Ayer lució nerviosa y esperó a su amiga para que la acompañe. (I)