Análisis
La derecha se hartó de jugar en la B. ¿La táctica Nebot servirá?
Algunos mensajes que brotan en las redes sociales, aparte del tufillo electorero que les anima, delatan al político de viejo y nuevo cuño que teje alianzas desde la opacidad de la web. Hoy, frases, fotos, mensajes... llegan directamente al usuario, en clave de campaña. De manera que el usuario deviene elector; quien pronto cincelará con su voto el mapa político de la nación. Por eso, cada texto político-virtual que se envía y se recibe lleva siempre su código terrenal: la intensa lucha por el poder.
A guisa de ejemplo, véase dentro del Partido Social Cristiano (PSC):
La semana pasada, Jaime Nebot, líder de la Unidad que busca superar la sequía política de la derecha tradicional, tras una década de ausencia en el mando directo del Estado, envió 2 tuits de apariencia inofensiva.
El primero: “Por la simpatía popular, nosotros estamos seguros de que @CynthiaViteri6 será la candidata designada por #LaUnidad” (sep. 21; 6:53 am). 2 minutos después cerró la pinza: “A los que creen en mí, yo les pido que crean en @CynthiaViteri6”.
Estos mensajes cortos, escritos por quien no da puntada sin dedal, son ejemplos de las formas digitales de acción política pura. Por eso hay que ponerles atención. No son saludos vacuos a la bandera.
La zigzagueante Unidad que Nebot Saadi teje alrededor de Cynthia Viteri está impregnada del ADN de la vieja derecha, que -cabe decirlo- ha sabido edulcorar su ríspido discurso, trajeado hoy de modernidad en su quehacer comunicacional.
Leídos así, los dos tuits de Nebot constituyen mensajes directos al elector del PSC y anexos. Son mensajes hondos, pues el líder de la tendencia endosó parte de su capital político para catapultar a la precandidata ya atornillada. Ahí está la impronta del político sagaz y calculador que actúa sin despeinarse desde su retaguardia estratégica -la Alcaldía de Guayaquil- convertida al mismo tiempo en un fortín electoral y trinchera política.
El padrinazgo de Nebot no es casual ni gratuito. De lejos, él capitanea a la derecha que, en general, ha estado ausente del manejo directo del poder (Guillermo Lasso trabaja para ser el oustsider que ni fue ni será). Esa lejanía lleva una década, justamente la de la bonanza petrolera, lo que hace rechinar aún más los dientes de los grupos conservadores, que no quieren más seguir jugando en la serie B de la política criolla. Quieren ascender; regresar a su sitio. Quieren el control directo del poder. Están hartos de la intermediación que atomiza sus acciones. Ya no soportan contemporizar para sostener sus ricos negocios. Han dicho: ‘pare de sufrir’.
Así se ve la derecha tradicional. Ese estado de ánimo se expresa en su discurso intolerante, en su léxico impertinente, en el desafío y el desdén con que trata al opositor. En ese recorrido le acolitan ciertos medios que clonan su agenda política sin beneficio de inventario. Así está la derecha, aquí y ahora.
Si Nebot ha puesto las manos al fuego por Viteri, no será para dar marcha atrás en la línea estratégica de la campaña que se avecina. Ella, desde el prisma del político pragmático, tiene el perfil ideal; se acopla sin problemas éticos o ideológicos a la exigencia del momento: es capaz de abrazar a Lourdes Tibán, como se abraza a una coidearia. No tiene reparos para enviar mensajes ultrasolidarios a Guillermo Lasso, y a día seguido ignorar su nombre para criticarlo acremente en TV...
Cynthia Viteri sabe qué terreno pisa y no improvisa su libreto. Está ahí para jugar su papel: ocupar el sitio de la vieja derecha en el espectro nacional y tratar de alcanzar el poder, bajo la batuta del ‘gurú’ socialcristiano. Si lo logra o no, eso será harina de otro costal. (I)