Patricia Pincay Morán, quien usa silla de ruedas, ayer votó en la Facultad de Ciencias Matemáticas de la Universidad de Guayaquil. Sin embargo, se encontró con un inconveniente: el acceso al recinto electoral.

La mujer de 49 años, quien además era veedora nacional, no pudo ingresar en el vehículo que la dejaría al pie de la escuela. Los agentes de la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) lo impidieron, a pesar de que presentó su cédula de identidad, la cual señala discapacidad.

Otra queja fue el mal estado de la rampa para personas con movilidad reducida, pues para ella fue imposible subirla o bajar sin ayuda (muy empinada).  

Tito Santana, de 43 años y oriundo de Paján, llegó cerca de las 11:00 al colegio Nueve de Octubre (sur de Guayaquil) acompañado de cuatro sobrinos, quienes también sufragaron en el mismo recinto electoral.

A pesar de tener el 86% de discapacidad -según el carnet que mostró- no esperó la ayuda de los funcionarios de la mesa preferencial y se dirigió hasta el aula donde le tocaba votar. “Vivo lejos, en Las Orquídeas, y no me puedo quedar esperando a que se desocupen; está bien lo que hacen y la ayuda, pero yo puedo ir hasta la mesa que me toca y así votar”. (I)