Dylan Romero Salas, de 17 años, se levantó antes de las 07:00 de este domingo. Tenía ansiedad por acudir a sufragar y por eso le insistió a su madre (Ivonne Salas) para que lo acompañara al recinto electoral.

A las 10:00 entró a la junta 315 del colegio Nueve de Octubre (sur de Guayaquil). Él presentó su cédula y procedió a votar. Desde la puerta del aula su madre observó todo con mucho orgullo. “Desde que salió la lista (padrón) él me dijo que quería votar. Incluso hoy, desde temprano, estaba apurado por venir”.

Ayer, por segunda ocasión, intervino en un sufragio presidencial (en la primera vuelta fue el primero). Desde que se aprobó el voto facultativo para los adolescentes decidió, junto a sus compañeros de aula del colegio Vicente Rocafuerte, que lo haría.

“Me motivó la curiosidad de conocer cómo es todo el proceso del voto. Cuando ya sea una obligación no me tomará de sorpresa. Recuerdo que en la primera vuelta  me dieron muchísimos nervios, incluso me temblaban las manos”.

Ivonne Salas reconoce que uno de los estímulos que tuvo su hijo para participar en las elecciones fue la ‘Revolución Educativa’ que vivió el país en los últimos años. “Él (Dylan) está de acuerdo con lo que se ha hecho. Y como salió del colegio como uno de los mejores estudiantes tiene su propia opinión y derecho a votar”.

Dylan fue uno de los 676.401 adolescentes incluidos en el padrón electoral para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. La Constitución de 2008 incorporó a los ecuatorianos de 16 a 17 años para que ejerzan el voto de manera facultativa. (I)