"El virus ha generado 4 graves amenazas catastróficas para la vida"
Es un reconocido académico en Ecuador y en América Latina y uno de los fundadores del movimiento latinoamericano de la salud colectiva (nueva salud pública). Ha impulsado la investigación en medicina social en los programas de posgrado de las principales universidades de América Latina. Jaime Breilh, coordinador del doctorado de Salud, Ambiente y Sociedad de la Universidad Andina, conversó con este Diario acerca de la pandemia.
¿Cuál es su análisis, cómo está el país en dos meses de pandemia?
Estamos preocupados porque para enfrentar una crisis de carácter catastrófico, como la que estamos viviendo, es fundamental que el pueblo y los gobernantes la entiendan en profundidad. Es indispensable que más allá de las graves evidencias del problema, como es el rápido crecimiento de casos y de muertes, hay que ir más a fondo para comprender cómo y por qué se ha producido el problema. Hay dos maneras de aproximarse a la comprensión de cualquier proceso epidemiológico: ya sea contabilizar los índices de muerte y enfermedad, que los comités de operaciones de emergencia y la prensa publican todos los días, es decir, los datos o indicadores técnicos a los que podríamos definir como el “pico del iceberg”. O comprender que aquellos son apenas un indicio o una expresión visible de algo que está por debajo, que es más profundo y donde radica la verdadera explicación de lo que nos sucede.
Lamentablemente aun en los equipos técnicos prevalece la lógica del “pico del iceberg”, que no nos permite ver que la pandemia es apenas un indicador de una crisis más profunda de la vida en el planeta y de la salud. Tenemos que entender que la genómica de los virus y la vulnerabilidad de ciertas comunidades humanas son el resultado de un modelo de producción económica.
¿Qué crea ese modelo económico?
Por un lado crea el crecimiento de comunidades vulnerables en las ciudades y en el campo, y por otro lado determina cambios ecológicos que favorecen las mutaciones en la genética y una verdadera catástrofe de la vida en el planeta. Los pueblos del mundo vivimos acorralados por una civilización malsana, eso explico en mi último libro que publicará en este año la Editorial de la Universidad de Oxford. La vida en el planeta cuelga de un fino y frágil hilo y
una crisis múltiple que de ninguna manera es el resultado de un fenómeno natural, como erróneamente se ha dicho y que ha generado cuatro graves amenazas catastróficas para la vida.
¿Cuál es la primera amenaza?
Es la masiva expansión de un modelo extractivista y agresivo con la naturaleza que opera en las ciudades y en el campo. Provoca cambios devastadores en los ecosistemas y son el caldo de cultivo de esta eclosión de un ciclo de pandemias que nos acompaña desde comienzos de este siglo. La del coronavirus es la más estruendosa y visible, que ha aterrorizado a la humanidad. Se ha instalado es un ciclo de pandemias que no se detendrá con la actual. Una economía de la muerte se ha tomado los espacios en la agricultura industrial, en el extractivismo minero y petrolero, en la implementación y diseño de las ciudades.
En el caso de las gigantes empresas agropecuarias industriales existen grandes concentraciones de animales, que se reproducen en espacios de extremo hacinamiento, miles de cerdos o de aves, por ejemplo, cuya crianza no solo recurre a mecanismos de insólita crueldad que debilitan los sistemas inmunes de los animales, sino que implica la creación de una gran base genética uniforme donde la velocidad y probabilidad de las mutaciones de los virus se multiplica.
Usted habla de un caldo de cultivo para producir cada vez virus más letales. ¿A qué se refiere?
Las mutaciones fueron los criaderos industriales y artesanales de Wuhan, pero antes fueron los de cerdos en México. Es un escenario global en el cual la naturaleza se transforma y genera condiciones que tomarían entre 80 o 100 años para la recombinación genética, pero que en la actualidad se puedan abreviar en corto tiempo. Ese es el caldo de cultivo para producir virus cada vez más letales o bacterias multirresistentes a los antibióticos, también es otro problema.
La tercera amenaza está relacionada con el cambio climático, según usted señala en una de sus últimas ponencias sobre este tema.
Un cambio climático catastrófico se ha instalado en todos los continentes. Ese mismo agresivo modelo extractivista ha globalizado cambios devastadores en las ciudades, en los territorios rurales, en los bosques, en los sistemas de agua que están provocando un peligroso e incontenible calentamiento ambiental y elevación de los promedios de temperatura del planeta. También están a la par llenando la atmósfera y la tierra de venenos y tóxicos, sea que estos provengan del uso irresponsable y masivo de pesticidas y una variedad de agrotóxicos, sea que hablemos de los combustibles fósiles que se emplean en el contaminante diseño de la transportación. O de la pérdida de biodiversidad en los grandes territorios de la mega agroindustria que los convierte en verdaderos calefactores que elevan la temperatura en el planeta. A eso sumamos el proceso agresivo de deforestación en proporciones descomunales en América Latina. Por ejemplo, la frontera agroindustrial produjo el 70% de la deforestación en la región; y el 80% de lo mismo en Brasil, que es uno de los casos emblemáticos, según la FAO. Este es un problema muy serio y catastrófico.
Usted dice que la tercera amenaza es la creciente y exponencial desigualdad social.
Hace poco se publicó en Francia uno de los estudios más importantes sobre la historia de la creciente desigualdad económica en el mundo con datos desde 1870 y proyección al año 2090. Después de un sofisticado análisis, en este trabajo se demuestra que la brecha entre la renta del capital privado respecto al ingreso y al valor de la producción que existió durante todo el siglo XX se está volviendo aún mayor en el milenio actual. Lo que ganan las gigantes empresas del mundo vale cada vez más que lo que producen las sociedades. La curva de la desigualdad crece y con eso igualmente crece la exclusión social.
En el campo se descomponen y descapitalizan en esa desigual competencia, justamente los pequeños y medianos productores que nos alimentan, y en las ciudades crecen las villas de miseria y se acumula una masa de subproletarios o informales que sobreviven del trabajo callejero. Como se ha hecho visible en estas semanas de pandemia, son estos compatriotas los miles que no pueden materialmente acogerse a la cuarentena y a los que les es prácticamente imposible cumplir un distanciamiento social. Las ciudades de estructura neoliberal se han construido sobre una extrema desigualdad entre barrios, entre clases sociales, entre condiciones de género y etno-culturales, encubierta por fachadas de progreso, pero que determinan que la mayoría no tenga igual acceso a servicios y condiciones para vivir bien.
La OMS habla de la infodemia y usted la incorporó como la cuarta amenaza. ¿Por qué?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) puso de moda el concepto “infodemia” aplicando el término a un “virus de la desinformación”, que se entiende como la difusión descontrolada y rápida de información falsa sobre la pandemia, a través de las redes sociales. Sin negar de modo alguno que ese hecho de propalar “…noticias, memes que alimentan creencias sesgadas, incrementan controversias, crean estados de confusión, incertidumbre y ansiedad” es una realidad que amenaza una conciencia real sobre la crisis, mi tesis al respecto ha sido que el virus de la desinformación no solo tiene esa variante descrita por la OMS, sino que ha desarrollado otras tres mutantes o cepas igualmente peligrosas de la desinformación, que son un grave problema frente a la necesidad de conocer y comprender la esencia de esta amenazante realidad: la desinformación política de incidencia sectaria sobre la opinión colectiva y los sectores más vulnerables; la desinformación implícita en la estructura y funcionamiento del sistema de comunicación/información pública, debida a una estrategia errónea y no transparente de gobernanza; y la desinformación técnica que se produce por las carencias, limitaciones y restricción de cobertura del sistema de información epidemiológica del país.
¿Cuánto tiempo se quedará el coronavirus en Ecuador?
Hemos seguido la información disponible sobre la evolución de la pandemia y el análisis de las curvas de casos y muertes en las primeras nueve semanas.
Hasta el momento la tendencia general es al incremento constante. Ascenso lento las primeras dos semanas, moderado las dos siguientes y luego muy acelerado. Con el sistema de información actual solo se puede conjeturar que este giro de incremento es tanto por el aumento del contagio, como de la detección con la aplicación de las pruebas confirmatorias de PCR y RT-PCR o las pruebas rápidas de anticuerpos. El país está lejos de haber resuelto esta primera etapa de la pandemia y ahora se abre a un período de flexibilización de las restricciones, sin indicadores favorables y un panorama de seria preocupación. (I)