Punto de vista
Un nuevo despertar para la Teología de la Liberación
La Teología de la Liberación es necesaria hoy, no solamente para América Latina, sino para el mundo entero. Su visión holística de la realidad humana, su enfoque concreto de la existencia de los seres humanos en el planeta, su lectura del Evangelio en función de la mirada de los explotados (los pobres socialmente construidos) constituyen una base sólida de animación de la fe cristiana y del desarrollo de la espiritualidad. En esta perspectiva, los valores del reino no se quedan solamente en un discurso general, sino que se aplican a realidades concretas, tal como Jesús lo hizo en su sociedad de la Palestina del primer siglo.
Evidentemente, la sociedad mundial actual es más compleja que la de ese tiempo. Es por eso que se necesitan instrumentos de conocimiento social, económico y político más elaborados. No se trata solamente de describir los hechos y de reaccionar en función de una referencia moral inspirada por la fe, sino de ir hasta la lógica del sistema que orienta el quehacer colectivo del mundo actual. La Teología de la Liberación ha realizado y realiza eso, en particular, en América Latina, África y Asia y por eso se llama liberación. Sin embargo, no se limita a desarrollar una doctrina social. Reflexiona también sobre la transmisión del mensaje de Jesús en su conjunto, en todas sus dimensiones, lectura bíblica, liturgia, eclesiología, espiritualidad. Lo hace siempre tomando en cuenta las realidades económicas, políticas y sociales, y las luchas para la justicia. Hoy, ella se encuentra frente a nuevos desafíos. La crisis del sistema afecta a Europa y a EE.UU. y no solamente la periferia. Nuevos pobres aparecen y la riqueza se concentra más en pocas manos. La emergencia de países del sur se define en los mismos términos que el “desarrollo” del norte, creando contradicciones similares. Nuevas capas de resistencias se manifiestan y las soluciones se expresan en otros términos.
Unos de los campos nuevos es la destrucción acelerada del planeta, incapaz de regenerarse frente a la lógica de explotación del capitalismo. La contradicción con el concepto bíblico de creación dinámica y permanente es obvia y conduce a la muerte, cuando el anuncio de la resurrección es una afirmación de la vida. Un sistema que se desarrolla en la injusticia, con una economía sacrificial para la madre-tierra y los seres humanos, en medio de guerras para establecer su hegemonía, exige la inspiración y la visión crítica de los cristianos, junto con otros, para la búsqueda de alternativas.
Eso implica también una autocrítica, porque el peso de la institucionalización en todos los dominios del cristianismo, como de todas las religiones, desde la teología hasta la organización; desde la espiritualidad hasta la catequesis, tiende a construir contradicciones, no siempre conscientes. Regresar a la palabra y a la acción de Jesús en su sociedad en la cual no dejó de formular críticas a la opresión ejercida por todos los poderes es la base de la Teología de la Liberación. Su aplicación a las situaciones actuales, con el análisis de los mecanismos de sus construcciones y de las lógicas de sus acciones, significa una renovación de la tarea de anunciar el evangelio, como inspiración de la historia.
El papa Francisco que ha dado tantas señales de una actitud renovada, está abriendo espacios, donde se espera que la Teología de la Liberación encontrará de nuevo su lugar.