Ojo al Medio
Un bloque unitario para una nueva etapa histórica y política del Ecuador
La primera respuesta política, en bloque, a lo ocurrido el 23 de febrero pasado, la dio Unidos el último jueves: la unidad del polo político progresista está en marcha. Y para ello hay un trabajo político y organizativo en proceso, que será complejo, tenso y hasta cargado de expectativas de todo tipo.
Una pregunta provocativa podría ser ¿por qué no ocurrió esta unidad para las elecciones municipales? Y otra más: ¿solo ahora es posible la unidad, frente a la adversidad? No, todo lo contrario: hay un proceso de decantación política que pocos han advertido.
Por un lado, los movimientos de derecha han entendido que oponerse a todo lo que hace el Gobierno no les da buenos resultados. Por eso algunos de sus líderes optan por el supuesto diálogo, colaboración y no confrontación. Salvo por Jaime Nebot, que no baja la guardia, el resto trata de empujar al alcalde guayaquileño hacia esa orilla, pero al hacerlo pierden peso y hasta protagonismo en su propósito.
En cambio, la izquierda tradicional, con poca influencia y peso electoral, se arrima a esa derecha para sostener su oposición, a pesar del trago amargo que significa. Y en esa perspectiva no crece y a la vez abandona sus tesis fundamentales. ¿Por qué tesis apuesta esta izquierda? ¿Por las liberales y conservadoras?
En ese contexto, la aparición de Unidos recobra un protagonismo singular: es la más amplia alianza conocida en Ecuador desde 1978. Y supera con creces a la que en su momento significó el Frente Amplio de Izquierda (FADI).
¿Sus retos? En primer lugar consolidar y hasta soldar la unidad con base en aspectos y puntos programáticos que solo con el gobierno de Rafael Correa es posible, dado su liderazgo y capacidad de convocatoria. Y ahí hay un largo camino por recorrer.
¿Sus obstáculos? Lo que ha pasado con las grandes unidades: cuando llegan las elecciones, la disputa por las candidaturas las afectan. Por ahora eso no se ve, pero habría que estar alerta.