El origen de las tendencias políticas tiene que ver con el historial de vida
La hormona de la oxitocina, el entorno en el que nace el individuo y las respuestas guardadas en el subconciente son, según estudios, los factores que motivan a que una persona tenga una tendencia política liberal (izquierda) o conservadora (derecha).
Para John Hibbing, científico neurólogo de la Universidad de Nebraska, “a las personas les gusta pensar que sus propias convicciones políticas son racionales, que son una respuesta sensible al mundo que las rodea”.
Él compara las tendencias ideológicas innatas con qué mano preferimos usar y esto tendría grandes implicaciones en la vida política.
Geraint Rees, director del Instituto de Neurociencia Cognitiva del University College de Londres (UCL), ha identificado una estrecha relación entre el grosor de dos áreas de materia gris del cerebro y la ideología política.
Los análisis de Rees, con imágenes de resonancia magnética, muestran que las personas que se declaran conservadoras o “de derecha” tienen mayor grosor en los tejidos de la amígdala cerebral -el área encargada de procesar las emociones-.
Mientras que los individuos con ideología liberal o “de izquierda” suelen tener más pronunciada la corteza cingulada anterior.
En ese sentido, la psicóloga y antropóloga de género, Elizabeth Palacios, explica que las decisiones y emociones están directamente relacionadas con tres divisiones cerebrales del ser humano.
Una de ellas es el cerebro reptiliano, que cumple funciones básicas, responsable de la parte más primitiva. Luego está el cerebro límbico, que almacena emociones y recuerdos, y el cerebro neocórtex, que es la parte más sensata e inteligente, controla las emociones y desarrolla capacidades cognitivas.
“El ser humano tiene este cerebro límbico que si no lo aprende a educar va a tener dificultades para tomar decisiones”, dice Palacios.
Además, según la especialista, las decisiones que toma el individuo tienen que ver también con su historia de vida desde su primera infancia que va de los cero a cinco años.
Por eso, añade, mientras el ser humano no desarrolle su Inteligencia Emocional siempre se dejará engañar por políticos, cuenteros, indistintamente de la tendencia ideológica-política que sea.
Patologías
Palacios precisa que si se nació y creció en una familia desestructurada, donde hubo carencias, violencia, necesidades emocionales y de protección, esa persona tiene tendencia a ciertos rasgos patológicos que pueden llevarla a crecer con enojo, resentimiento. Además, sus decisiones las tomará en función de lo que hay en su inconsciente.
“Si la religión jugó un papel fundamental en la vida de un niño, puede ser más dado a una ideología conservadora. Y si nació en un hogar donde se habló más de derecho, donde le respetaron los derechos, donde sí hubo normas, límites desde pequeño, puede tener tendencia a ser más liberal-demócrata, porque va a respetar todo lo aprendido”.
Cita como ejemplo el caso del expresidente de la República, Rafael Correa, que se autodenominaba socialista pero según ella, su tendencia era más populista. “Eso es lo que busca la gente que tiene problemas emocionales, que le digan, o hagan cosas para hacerle creer que van a satisfacer sus necesidades”.
En el caso del exmandatario Abdalá Bucaram sostiene que sus patologías son únicas, “de un hombre agresor, violento y si se analiza su historia de vida, en su infancia pudo ser maltratado; y si eres maltratado y no trabajas eso en tu infancia o adolescencia, de adulto serás rígido, vas a seguir siendo probablemente maltratador y abusador”.
El desgaste
El sociólogo Javier Gutiérrez concuerda con que las tendencias políticas tienen que ver con la parte psíquica y neurológica del individuo.
Sin embargo destaca que cuando los mandatarios sufren un fuerte desgaste luego de cuatro, cinco o más años, es la oposición la que se perfila para captar las nuevas dignidades, es decir, el poder.
“Tenemos una cultura política que luego de que se desgasta un candidato o gobierno, en ese desgaste está un opositor que ofrece un cambio y su tendencia puede ser conservadora-revolucionaria o populista”.
Un ejemplo de ello, dice, es que si una persona ha formado parte de una familia de clase media o alta y sus parientes han sido empresarios vinculados con gobiernos de centro-derecha, “muy difícilmente ese individuo va a votar por el ex MPD, que ahora es Unidad Popular, ahí sí hay algo ideológico”.
Mientras que el hijo de un obrero que pasó carencias y luego se volvió profesor y su esposa también, “con absoluta seguridad ellos van a dar su voto a Unidad Popular, que es un partido de izquierda, revolucionario, vinculado con los maestros. Entonces, sí hay ciertos sectores duros ideológicamente, pero no es la característica mayoritaria del pueblo ecuatoriano”.
“Cuando terminó el Gobierno de Sixto Durán-Ballén habían dos candidatos con un discurso opositor que eran Jaime Nebot, que pasó a segunda vuelta y Abdalá Bucaram. El ecuatoriano lo que hace es tender el voto a quien cuestionó al que hizo mal un gobierno, por eso siempre la oposición ha ganado cuando termina un mandato”.
En cambio, el máster trainer en Neurocomunicación, Robin Dávila, destaca tres aspectos en la toma de decisiones: el índice genético, las percepciones y el ambiente donde se desarrolla el ser humano. “Los tres influyen en nuestro modelo mental y en nuestra respuesta”.
Destaca que la orientación política también se la identifica con colores: verde, rojo, naranja, amarillo, azul.
Rafael Murillo, presidente de la ONG Corposs, estima que el ser humano es neutral y que en el diario vivir se van definiendo las tendencias, con base en las oportunidades. “Al final del túnel sea derecha o izquierda, todos deberíamos unirnos para cooperar”. (I)