El aparato mediático de la derecha repite fórmula Capriles

Son efusivos y hasta delirantes. Festejan al ritmo de unas pulsiones salidas, al parecer, del aparato político que sustenta la candidatura de su mejor (¿o por lo menos la única?) opción para recuperar el espacio de la capital y con ello ‘devolver’ el poder a esos grupos de presión que ahora solo se expresan a través de periodistas, analistas y supuestos especialistas en temas electorales.

El día de ayer fue la evidencia del mismo molde que usaron en Venezuela con Capriles: botar encuestas donde el ganador era el opositor a Hugo Chávez en su momento y luego a Nicolás Maduro. Lo hicieron de un modo planificado, nada casual. ¿El objetivo? Crear las bases mediáticas y políticas para luego hablar de fraude y sustentar con ello toda la campaña internacional en contra del ganador y del gobierno legítimamente elegido.

Bastaría que unos especialistas responsables o unos académicos honestos revisen cómo se ha configurado la estrategia para evidenciar que nada es casual y todo está medido en los tiempos y en los lugares adecuados. Tanto que un entrevistador radial ayer se solazaba, carcajeaba con los datos de una encuestadora y hasta aludía hechos y supuestos acontecimientos que explicarían a cabalidad los datos expuestos en ese programa.

¿Ya se olvidaron hijo de qué millonario era el joven twittero de la cuenta Nomasbarrera?

Supongamos que la derecha gana en Quito y con ello se sostiene la plataforma electoral para el 2017. ¿Esos mismos analistas, periodistas y supuestos especialistas hablan del programa para el Distrito Metropolitano que ofrece su candidato? ¿Han hecho un análisis pormenorizado de sus propuestas de modo que la discusión sea la alcaldía y no la supuesta derrota del proyecto político en el poder? Ayer, por lo menos, los invitados de ese radiodifusor (que no oculta sus fobias y enemistades políticas con todo lo que huela a PAIS) no mencionaron una sola fortaleza del programa de su candidato. Al contrario, todo estaba marcado por las supuestas debilidades del candidato ‘oficialista’.

¿No fue la candidatura a gobernador del ‘out sider’ Capriles la que primero planteó la aparente caída del modelo chavista? ¿Y dónde está ahora ese candidato presidencial y gobernador? ¿Qué rol jugaron en esa estrategia determinados medios de comunicación internacionales, incluidos los ecuatorianos que ya hasta vaticinaban la caída ‘estrepitosa’ del bolivarianismo en Venezuela?

Ayer, incluso, ya pidieron a gritos (el entrevistador, el twittero de un diario capitalino y un extitular del Tribunal Electoral de la partidocracia) el control electoral, la realización de exit polls, veedurías internacionales ‘neutrales’, entre otras cosas. ¿No fue así como actuó el aparato político-mediático de la derecha venezolana asentada en Caracas y en Miami? ¿Esa no fue la principal voz de un canal ‘internacional’, que se emite desde Bogotá, con presentadores y entrevistadores que aparecen en las listas de colaboradores directos de las agencias tercerizadoras del aparato de espionaje mundial y hegemónico?

Entonces nace la otra pregunta de fondo: ¿efectivamente es Augusto Barrera el candidato que no hace la campaña solo y necesita del apoyo ‘ajeno’ para ganar?

Todo lo contrario: el candidato de la derecha no está solo en esta campaña. Para ello cuenta con todo el aparato político mediático de las élites bancarias, empresariales y periodísticas de la ciudad. No está solito y tampoco lo haría porque para eso hay una larga lista de financistas ocultos que no han pegado un solo afiche, pero sí han sostenido una serie de mensajes, contenidos, en Twitter y medios de comunicación, desde hace cuatro años. ¿Ya se olvidaron quién era el propietario de una cuenta de Twitter que firmaba No más Barrera? ¿Hijo de quién era ese ‘joven’ que supuestamente hacía activismo cívico gracias al poder económico de su padre? ¿Las élites quiteñas han exhibido un apoyo al ‘solitario’ candidato de la derecha a través de políticos de renombre? No, lo han hecho con todo su poder económico y con la complicidad de los periodistas supuestamente libres e independientes que juegan todos los días a hacer oposición desde una falsa y perversa postura de neutralidad.