Ocasionalismo opositor
No importa la materia o la disciplina de la que se trate. Para el ocasionalismo opositor todo tema o campo imaginable puede ser un punto de partida para el combate político al gobierno.
Cualquier elemento del mundo exterior puede convertirse en un vehículo político utilizable para la lucha contra el adversario. No importa si hoy se trata de un asunto anodino y superficial como el resultado de un concurso de belleza, Íntimo y privado como la declaración de afecto al amigo o a la amada. Pacífico y religioso como el significado del nacimiento de Jesucristo. O grave e intenso como la posibilidad de entablar un conflicto armado con otro Estado-nación. Todo es apenas un recurso para alcanzar el punto de lo político y una ocasión para declarar la oposición al adversario.
El resultado último de la práctica ocasionalista, sin embargo, nos permite constatar que la variabilidad de su área de interés no goza de un contenido diferenciado y particular, y que hasta la existencia misma del sentido controvertido es insustancial y contingente, siendo su elección apenas una consecuencia de la actitud fundada en la declaración de enemistad al gobierno. Una postura que alcanza tal grado de intensidad que es capaz de asimilar en una sola identidad y sustancia al histórico Estado republicano y a los gobernantes del período en curso.
En nuestro contexto particular, la práctica ocasionalista tiene por materia el gusto o pesar motivados por la posición política frente al actual y presente régimen político. En este escenario, los temas simplemente se presentan como mecanismos de asistencia para la práctica de hostilidad al régimen. Puntos de partida para dar rienda suelta a la confrontación. De este modo y más concretamente: el adversario político ocasionalista se caracteriza por hacer gala de una subjetivización de los temas para dar curso a la producción opositora.
Este ocasionalismo falla, sin embargo, en resolver el problema de su rol en la situación de toda enemistad política. Su naturaleza principal como identidad que se opone a otra, así como la permanente presencia del rival. Más críticamente todavía: no se percata de que no existe un momento de un acuerdo pacificador último que resuelva todas las contradicciones. Un equilibrio general con el que todos y cada uno de los miembros del demos puedan sentirse satisfechos. De que su elección dispar de temas solo encuentra sentido y justificación en su abierta hostilidad a un gobierno al cual comprende como a su propio enemigo existencial.
Una buena oportunidad para contemplar este despliegue del ocasionalismo opositor será, sin duda, el inicio de la campaña y el transcurso de las próximas elecciones seccionales.