“Las izquierdas no solo deben revisar lo que hace falta, sino concretar”

La exsenadora Piedad Córdoba estuvo en Quito, donde participó en el Encuentro Latinoamericano Progresista (ELAP 2014). La colombiana destaca el proceso de paz con su país y señala la importancia de que las izquierdas se unan para enfrentar a la restauración conservadora.

¿Qué papel juegan las izquierdas en este proceso de transformación?

Son muy importante, porque, precisamente, están buscando que todo este proceso que se inició con Cuba, hace muchos años, que continuó luego con todas las transformaciones que se dieron a partir del presidente Hugo Chávez (Venezuela), Néstor Kirchner (Argentina), Luis Ignacio Lula da Silva (Brasil), Rafael Correa (Ecuador), Evo Morales (Bolivia), Cristina Fernández (Argentina), Dilma Rousseff  (Brasil), Manuel Zelaya (Honduras), Fernando Lugo (Paraguay), puedan avanzar y mantenerse en toda la región, y así evitar las estrategias que viene haciendo la derecha  para debilitar y poner en “jaque” estos procesos que son importantes para la humanidad de nuestra América. Creo que jugamos un papel importante porque no solamente debemos revisar y hacer un inventario de lo que nos falta, sino accionar y concretar, porque la gente quiere comida, vivienda, empleo digno, que haya la posibilidad de la recreación, representación de la cultura y el medio ambiente, de lo que significan nuestros recursos naturales.

Allí hay una formación importante en valores, pero fundamentalmente la posibilidad de que hombres y mujeres de nuestra América tengan conocimiento o una firmeza en lo que defendemos, eso va a permitir la transformación de la democratización de los medios de comunicación, bienes de producción y la generación de energía. Algo que dijo Correa: no puede  haber izquierdas, socialismo del siglo XXI, sin libertad y sin justicia.

¿Están las izquierdas listas frente a la restauración conservadora de la derecha?

Las izquierdas, hoy más que nunca, luego del deceso fatídico del presidente Chávez, de los violentos golpes que se han venido dando en países como Honduras y Paraguay están reaccionando. Y reaccionando no solo para sacar titulares y producir conocimiento intelectual, sino para producir también estrategias que permitan hacerle frente a esta restauración conservadora, que no respeta países, soberanía, ni la vida y que está dispuesta a todo con tal de volverse a consolidar como lo quieren en la región: un capitalismo salvaje, rampante que hoy, además, se apropia de los recursos naturales.

¿Están todos los países de América Latina comprometidos con este proceso de consolidación progresista?

No, yo no diría que todos los países están comprometidos, sino algunos. Parodiando a Correa: hay que buscar que toda esta relación, toda esta corriente de pensamiento, se fundamente en la gente, en la ciudadanía, en los pueblos, al mejor estilo Gramsciano, porque no solamente es la unidad de los gobiernos, sino la de los pueblos.

Pueden haber  gobiernos como el de Colombia, que están más a la derecha, que están al servicio del Consenso de Washington, pero su pueblo, cada vez se moviliza, es más consciente que se requiere un movimiento social, que como diría Cayo Lara  no solamente se toma el gobierno, sino el poder.

¿Qué hace falta para que Colombia ingrese al Socialismo del Buen Vivir?

Ganas no le falta al pueblo. El proceso que se está surtiendo en La Habana, que tiene que ver con la terminación del conflicto armado y la construcción de todo lo que significa la paz, que es la democratización política, en el acceso al campo, las garantías, para ejercer la participación en la misma política, son elementos que van a jugar fuertemente en esta posibilidad.

Creo que la unidad de todos los movimientos, de todas las organizaciones son un elemento crucial para lograr acceder al poder y ser una alternativa para sufragar todos los faltantes que hay en términos de desarrollo económico, social, político y cultural. Colombia ha sido una sociedad con un establecimiento del poder muy violento, que han asesinado a candidatos presidenciales, que han desaparecido mucha gente, que han encarcelado el pensamiento, pero vuelvo y reitero, hay una gran movilidad social y creo que a nosotros es muy útil participar en estos eventos porque creo que da fuerza, oxigena la lucha que tenemos que dar en Colombia.

¿Cuánto han avanzado los diálogos de paz en Colombia, desde la última reunión en La Habana?

Hay acuerdos importantes con garantías políticas o electorales en el sector agrario, la lucha contra las drogas de destinación ilícita y el narcotráfico.

El presidente Correa ha reiterado su apoyo en los diálogos de paz en Colombia. ¿Han pensado en una nueva reunión en territorio ecuatoriano?

No sabría decirle. Pero lo que sí tengo claro es que el presidente Correa desde siempre, desde las liberaciones, ha prestado su apoyo. No solamente el pueblo ecuatoriano, sino su gobierno, ha sido muy proclive a apoyar el proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y la paz en Colombia. Ecuador al ser un país limítrofe padece enormemente los impactos de la guerra, por ejemplo, el problema de las fumigaciones, el tema de las bases militares con la Base de Manta. También en razón de que la gente de Colombia, a raíz del conflicto, salió huyendo para Ecuador e impactó en los presupuestos nacionales, eso es indiscutible. Todo revolucionario que se respete, quiere éticamente que se acabe este conflicto por la emancipación de la vida y la posibilidad de la construcción de la unidad regional, que es también importante, porque sin esa unidad es muy difícil decir que un país como Colombia no deje su relación con EE.UU.

¿La unidad de las izquierdas apoyó el proceso de diálogo de paz en Colombia?

Desde muchos sectores, algunos apoyamos más abiertamente, más claramente, contundentemente. Otras izquierdas, por temor al desprestigio, al señalamiento de terroristas hacen mutis por el foro, pero cada vez es más fuerte y contundente el apoyo a los inicios del diálogo, al avance de los diálogos desde la izquierda y desde varios sectores de la sociedad, que es parte de la tarea que tenemos que hacer.

¿Cuál es el papel de la Celac y de la Unasur en los procesos de transformación y radicalización de las izquierdas?

Es muy importante, son las nuevas estructuras jurídicas, políticas de la región, que se confrontan y enfrentan a otras estrategias de saqueo, de dominación colonialista, de usurpación de la soberanía de los gobiernos y sobre todo de las expectativas de los gobiernos y de la seguridad no solamente militar y ciudadana, sino alimentaria, y de lo que significa el desarrollo de los gobiernos. El papel de la Unasur y de la Celac es muy importante, generando una nueva estructura político-económica. La Unasur puede jugar un papel definitivo en términos de lo que significa la construcción de la paz en la región, planteándose como un espacio donde Colombia puede realmente recostarse para construir una paz viable, duradera, que pasa por el respeto a la opinión diferente, pensamiento político diferente, a la emancipación de la vida y a la defensa de los derechos humanos. 

¿Esta reunión de Ecuador es el primer camino para el proceso de fortalecimiento de las izquierdas?

No, yo creo que ya han venido dándose eventos. No podemos caer en el complejo de Adán. Este momento es muy singular y significativo porque han pasado una serie de cosas que ha atentado contra la consolidación de estos procesos.

Pero no podemos dejar de reconocer que Venezuela ha hecho también muchos de estos eventos, así como también es importante el papel que ha jugado Bolivia y el Foro de Sao Paulo. En este proceso es importante esta reingeniería que se debe hacer, desde las izquierdas, para hacer frente a una restauración no solamente conversadora, sino ultraconservadora.