El temor a un nuevo desarraigo familiar haría que muchos decidan no retornar a su país de origen
El 32% de los migrantes en España afronta el desempleo
Mientras Ecuador afrontaba la peor crisis de su historia, a fines de los años 90, España prosperaba. Entre 1998 y 2003 llegó a esa nación el 78% de los ecuatorianos que hoy residen allí, atraídos por las fuentes de empleo y mejores salarios. Pero dos décadas después otra crisis golpeó a las economías más sólidas del planeta y los 480 mil ecuatorianos en España volvieron a confrontarse con la posibilidad de retornar a su país, esta vez con hijos nacionalizados españoles, o resistir.
Esa realidad motivó a la Embajada ecuatoriana a solicitar el estudio La población de origen ecuatoriano en España, de los investigadores Juan Iglesias, Gorka Moreno y otros, para obtener una ‘fotografía’ de la población, principalmente concentrada en un 75% en Madrid, Barcelona, Levante y Murcia.
Según Iglesias, la crisis elevó el desempleo al 35% en la población migrante, pero aun así la cifra de ecuatorianos en España en 2014 era de 440 mil, es decir, en 6 años solo 40 mil decidieron volver a su país o desplazarse en la zona Schengen, que es el espacio comunitario de la Unión Europea.
“La población hizo un balance para decidir volver o quedarse: la familia fue trascendental porque muchos salieron siendo niños o jóvenes para reagruparse en España, entonces les cuesta desarraigar nuevamente a la familia”.
A pesar de la crisis en Europa, Moreno afirma que la expectativa de la población ecuatoriana en España es que la situación mejorará a corto y mediano plazo. Es que quienes salieron de Ecuador a los 3 o 4 años de edad hoy no tienen mayor referencia de su país. “Eso ha hecho que muchos jóvenes les digan a sus padres: ‘retorne usted, que yo me quedo’, y obviamente los padres no están dispuestos a abandonarlos. Y eso no pasa solo con el colectivo ecuatoriano”.
Entre 1998 y 2008 España recibió cerca de 5 millones de migrantes de todo el mundo, una población joven que contribuyó a mejorar el problema demográfico del país. Pero en seis meses su modelo cayó y el impacto fue mayor para ese colectivo, pues en términos laborales el 32% no tiene empleo, el 54% estuvo desempleado más de un mes y el 66% gana menos de mil euros. Esas cifras empeoran para mujeres y jóvenes.
“Hay inestabilidad contractual y quienes en estos años accedieron a mejores empleos hoy han vuelto a descender. Peón agrícola, camarero y servicio doméstico son las ocupaciones principales entre ecuatorianos y representan el 42% de sus actividades”, precisa Iglesias.
La paradoja ecuatoriana
Hasta 2008 el colectivo ecuatoriano era uno de los más estables: más del 60% accedió a la doble nacionalidad y la mayoría ascendió en la escala laboral, lo que les garantizó estabilidad y salarios relativamente altos. En esas condiciones optaron por comprar una vivienda, lo que en el caso de España fue “la gran trampa”, afirma Moreno. “Muchos ecuatorianos compraron la vivienda en el peor momento, con intereses y precios muy altos, y al llegar la crisis, por la caída del empleo y los salarios, no pudieron pagar la hipoteca y se les aplicó el desahucio, dejándolos en condiciones precarias y sin vivienda. Otros colectivos de migrantes que por diversas situaciones no pudieron acceder a una vivienda propia, se salvaron”.
Al momento, un 13% de ecuatorianos perdió su casa o tiene ya una orden judicial que precede al desahucio. En Levante (Alicante y Valencia) esa cifra se eleva al 17%.
En ese contexto, los investigadores recomiendan mantener una política de retorno puesto que los ecuatorianos residentes en España tienen vínculos fuertes con su familia. “1 de cada 3 envía remesas de unos 240 euros mensuales y un 29% invirtió en una vivienda en Ecuador, mientras un 18% compró terrenos”, destaca Iglesias.
En términos de movilidad, quienes tienen nacionalidad española pueden retornar a Ecuador o desplazarse en la Unión Europea, pero las cifras revelaron que solo el 7% buscó empleo en otras naciones como Reino Unido y Suiza, particularmente, la población más joven. Pero en general, es una población que se siente ecuatoriana aunque decidió apostarle a España. (I)
Un efecto es la interrupción de sus estudios para buscar empleos precarios
La crisis española golpea doblemente a los jóvenes hijos de migrantes
El estudio sobre el colectivo ecuatoriano en España reveló que la población joven mantiene expectativas, dificultades y necesidades similares a las de sus pares españoles en condición de vulnerabilidad, “lo que es inquietante porque en este momento no parece haber una movilidad social ascendente”, afirma el investigador Gorka Moreno.
Tras la crisis española, habría una reproducción social de los hijos con respecto a sus padres en cuanto al mercado laboral o el acceso a estudios superiores. “Si en muchos casos la apuesta es obtener un mejor empleo e ingresos más o menos precarios, busco que mis hijos a través de los estudios accedan a un empleo mejor y tengan una movilidad social ascendente; parece que aquello no se está dando”.
El académico y coautor del estudio La población de origen ecuatoriano en España, Juan Iglesias, indica que entre los jóvenes de 18 a 24 años se evidencia una interrupción de los estudios porque a consecuencia de la crisis los padres no pueden seguir protegiéndolos y deben incorporarse al mercado laboral, muchas veces en peores condiciones a las que accedieron sus padres. Es decir, “heredan la condición social vulnerable de sus padres y eso cortocircuita el proceso migratorio”.
Y aunque esa movilidad social descendente se detecta también entre los hijos de españoles de sectores populares, existiría una doble discriminación para este colectivo por ser jóvenes e hijos de migrantes. “Ecuador, como muchos países de Latinoamérica, debe pensar que su territorio es más amplio y que incluye a la población migrante, eso permitirá ayudarlos y que puedan convertirse en una palanca de desarrollo para la comunidad local”, afirma Iglesias.
Aún así, Moreno señala que para la mayoría de los residentes en España es más atractivo luchar allí que volver a su país de origen o desplazarse a un tercer país. Además, volver sin los objetivos cumplidos generaría un sentimiento de fracaso frente a sus familias que no están dispuestos a asumir. (I)