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“Fausto Basantes fue un líder dispuesto a dar la vida”

“Fausto Basantes fue un líder dispuesto a dar la vida”
05 de enero de 2014 - 00:00

Reconstruir el 4 de enero de hace 28 años cuando murió Fausto Basantes, segundo comandate de Alfaro Vive Carajo (AVC), en ‘una ejecución extrajudicial’ -según concluyó la Comisión de la Verdad en 2010-, es una de esas tareas que evidencia la ‘lucha’ de las memorias al interior de la sociedad. Desde algunos sectores la resistencia al olvido de  hechos como este es un compromiso.

Por eso ayer, decenas de amigos, compañeros y familiares de Basantes recordaron su muerte,  con un acto en el parque de la Iglesia de La Concepción, en Quito, donde se instaló una ofrenda floral con su foto. Luego realizaron una caminata de pocas cuadras hasta el sitio exacto donde Bastantes cayó abatido, en la avenida  La Prensa y Juan Holguín, al norte de la ciudad. En la vereda una bandera ecuatoriana cubría lo que ahora está a la vista de los transeúntes: una placa para recordar a uno de los líderes más conocidos de los AVC, junto a Arturo Jarrín y Hamet Vásconez. Esa guerrilla actuó públicamente entre 1983 y 1987. 

Hace 28 años EL TELÉGRAFO anunció en su portada la muerte de Basantes y reproduciendo un cable de la agencia EFE relató la muerte de quien “se enfrentó a tiros con organismos de seguridad del Estado cuando cumplía una misión encomendada”. Incluso señala que Basantes sacó un revólver y atacó a agentes vestidos de civil que pedían su identificación.

Esa fue la versión oficial que el gobierno de León Febres-Cordero difundió y los medios de comunicación reprodujeron y que se instaló por mucho tiempo. Tuvieron que transcurrir 24 años para que la Comisión de la Verdad, creada por el Gobierno de Rafael Correa para esclarecer casos de violación de derechos humanos, señalara en su informe final que Basantes murió en una “emboscada organizada por miembros de la Policía Nacional para ejecutar” a Basantes.

“No hay memorias neutrales”

Eso manifestó en una de sus obras la investigadora argentina Pilar Calveiro cuando analizó la época de la dictadura y las violaciones de derechos humanos. Para el caso ecuatoriano también se aplica y eso se evidencia en la historia oficial o personal que habla desde un lugar, con lo que se quiere recordar o se quiere olvidar. “Esta conmemoración para nosotros es muy importante, porque más allá del esclarecimiento de la verdad es fundamental la recuperación de la memoria. Fausto fue un líder brillante, de mucho compromiso, que estuvo dispuesto a dar su vida y la dio”, dijo Susana Cajas. La hoy asambleísta nacional alterna por PAIS llevaba 15 días presa como miembro de AVC  cuando murió Basantes y recuerda que se enteró del suceso por la prensa. Cajas,  Luis Vaca y Javier Jarrín son parte del primer juicio por presuntos delitos de lesa humanidad que se abrió en el país en octubre por la tortura, violencia sexual y desaparición forzada que sufrieron esos 3 exguerrilleros en 1985. Por el caso, una jueza ordenó el arresto de 6 generales y 3 coroneles en retiro de la Policía y el Ejército.

Elizabeth Muñoz, parte del hoy Colectivo Alfaro Vive Carajo, fue una de las últimas personas que vio vivo a Basantes. Como residía cerca del lugar del asesinato, Muñoz recuerda que escuchó los disparos y salió hacia el lugar. Entonces, los moradores del sector dijeron que “cuando descendió del taxi, no le dieron tiempo a nada, el operativo estaba montado para asesinarlo, no querían detenerlo, ni juzgarlo”.

Tras el operativo, los bomberos “inmediatamente empezaron a lavar la sangre del lugar. Querían borrar todo vestigio, toda huella y al cabo de 28 años está más vigente en este proceso”, dijo. “Estamos empezando a  visibilizar lo que pasó y la gente debe saber que aquí también hubo violación de derechos humanos”, manifestó.

Félix Basantes, hermano mayor de Fausto, recuerda que la familia se enteró por un ‘flash informativo’ que vio una tía,  nunca supieron por una autoridad. Hoy recuerda así a su hermano:  “cuando se habla de Fausto, se habla de una persona que vivió como pensó”.
Y aunque muchos recuerdan a Basantes, otros nunca oyeron su nombre. Entre los curiosos, un grupo de jóvenes veinteañeros que observaba el acto había oído de los AVC, un recuerdo lejano o casi nulo.

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