La más reciente noticia que tuvo la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), como protagonista principal, fue la que dio cuenta de la voluntad de Xi Jinping, primer mandatario chino, de invertir $ 250.000 millones en la región en los próximos 10 años.

Los medios de comunicación de Perú reseñaron ese anuncio bajo un contexto de amenaza y oportunidad.

La amenaza, asumen, estaría dada por la amplia capacidad de la economía china para proyectarse, según las Naciones Unidas, como el segundo socio comercial, por detrás de Estados Unidos y desplazando a la Unión Europea hasta 2016.

La oportunidad porque se espera que, a mediano plazo, la estrategia china supere a la compra de materias primas y establezca empresas de capital mixto, capaces de dinamizar la economía local.

En medio de estas perspectivas, el papel que cumple la Celac como la parte negociadora de este tipo de inversiones, es visto con cierta cautela por distintos sectores peruanos. “Existe cierto recelo sobre el papel que podría jugar China, con tal grado de inversiones, en la política de los países de nuestra región, aun sabiendo que el interés mayor del país asiático es el de expansión mercantil”, señala el politólogo Carlos Rimachi.

Probablemente, ese recelo obedezca al lineamiento internacional de Perú en materia económica, específicamente a su carácter liberal.