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El pedido es que también haya justicia social con el agua

La represa ubicada en la hacienda María Mercedes, parroquia Mariscal Sucre, sirve a extensas zonas de cultivo de banano, cacao y caña de azúcar, principalmente. Allí funciona también un balneario de agua dulce. Foto: William Orellana / El Telégrafo
La represa ubicada en la hacienda María Mercedes, parroquia Mariscal Sucre, sirve a extensas zonas de cultivo de banano, cacao y caña de azúcar, principalmente. Allí funciona también un balneario de agua dulce. Foto: William Orellana / El Telégrafo
20 de abril de 2014 - 00:00 - Víctor Haz

La mañana es fría y llueve en las zonas de Yaguachi, Milagro y Naranjito. En esta época la tierra se cubre con el espeso verdor de las plantaciones de banano, caña de azúcar,  cacao, arroz, frutales y, en menor cantidad, por pastizales.

Para Nelson Fuentes, el invierno no ha sido suficiente. Como dirigente de la Corporación Nacional de Agricultores y Usuarios del Agua (Conaua) le preocupa que ha llovido poco y dentro de un mes, quizá, vendrá el verano, entonces  los ríos y esteros de la cuenca baja del Guayas nuevamente se secarán.
Con esta preocupación en mente asistió el pasado 1 de abril a la consulta prelegislativa por la Ley de Recursos Hídricos. No quiere que desaparezcan las juntas de agua, sino que se fortalezcan y capaciten a quienes se encargan de su manejo.

Fuentes habita en Milagro, pero le gusta recorrer las zonas rurales de la provincia de Guayas. Se llena de orgullo cuando habla del sistema de riego Mariscal Sucre, una red de canales, con bypass y una represa que se construyó en la década del 50.

Conoce muy bien la obra, cada vez que llega un visitante explica detalladamente el nivel del agua que hay en ese momento. El recorrido desde Milagro hasta la hacienda María Mercedes, donde se encuentra la represa, toma 15 minutos por una vía angosta que recién hace 6 meses fue asfaltada, pese a que el camino existe años.

El sistema no es más que el caudal del río Milagro que se nutre de las aguas del Chimbo (el afluente que baja desde la provincia de Chimborazo) que en su recorrido, desde las estribaciones de la cordillera occidental, penetra raudo y caudaloso hasta el Litoral alimentando zonas agrícolas de Bucay, Naranjito, Milagro y Yaguachi.

El rumor de la corriente es lo único que se escucha en el lugar. Los pocos moradores de la hacienda contemplan por momentos el recorrido del agua y continúan con sus tareas en el campo.

Allí está Manuel Cazar Carrillo, quien se muestra poco optimista al ver el nivel del caudal. “Hasta hace 5 años el agua subía hasta 4 metros en invierno y, a veces, se desbordaba, ahora usted ve que no llega más de un metro”, lamenta este hombre, de 73 años, oriundo  de la parroquia Punín, en Riobamba, y que se radica en la zona desde que  bordeaba los 30.

Se anima a conversar con Fuentes sobre la represa. Mientras camina por la orilla, lentamente, expresa que el problema del poco líquido no es solo por la escasez de lluvia sino por el excesivo uso de este recurso por parte de las grandes haciendas, situadas aguas arriba, que dejan poco líquido para el sector. Desde ya avizora que en verano habrá problemas para los agricultores por la escasez de agua.

Frunce el ceño y encorva más su espalda cuando  señala a las grandes haciendas. Aunque prefiere no nombrarlas, las ubica en el cantón Bucay.  “El agua debe ser para todos y no para unos pocos”, sentencia.

El diálogo entre ambos se extiende por varios minutos. Entre anécdotas e historias relacionadas con el sistema de riego, Fuentes le informa a Cazar sobre las gestiones que realiza la dirigencia de Conaua para procurar que haya una equitativa Ley de Recursos Hídricos. 

Llega la despedida porque Fuentes se dirige ahora a la parroquia Mariscal Sucre (Milagro). Allí funciona la oficina de la Junta de Usuarios del sistema. Su interés es conversar con el presidente, César Morán, para conocer cómo es la distribución del recurso para los agricultores de esa zona. El sistema riega hasta 16.000 hectáreas y se benefician cerca de 670 usuarios distribuidos en 13 juntas  modulares.

Morán ya tiene su opinión formada hace tiempo. “Ahora que se está discutiendo la Ley de Recursos Hídricos, nosotros hemos dado nuestro aporte y sugerencias en que la concesión debe continuar con los consejos provinciales pero la transferencia, operación mantenimiento y administración deben estar en manos de los agricultores”, sostiene el dirigente.

La junta funciona así:Los productores que tienen de 1 a 15 hectáreas (ha) de cultivo pagan $ 25 por cada una, de 16 a 40 ha cancelan $ 7 y los que tienen más de 40 desembolsan $ 30 por ha.

El dirigente tiene un discurso que se basa en justicia social: la ley debe ser firme en el control para una distribución equitativa que no beneficie a unos pocos y que más bien sea drástica y sancione a quienes acaparan el recurso.

En base a ese argumento muestra  el sitio que se efectúa la captación del agua del río Chimbo. Primero hay que transitar  durante 40 minutos por una vía deshecha y que está a punto de desaparecer. Lo único que mitiga el tortuoso trayecto son los cañaverales y plantaciones de piña que matizan el paisaje.

El camino se estrecha hasta que ante los ojos de los visitantes se observa el ancho caudal del río Chimbo, en el sector San Antonio (cerca de Bucay), que en su recorrido arrastra ramas y pedazos de tronco que giran sobre los remolinos que forman las aguas. A 20 metros, una excavadora saca material pétreo de las orillas. El río está azolvado (con sedimentos).

“Aquí captamos, pero aguas arriba existen 6 tomas ilegales, nosotros tenemos la autorización de la Secretaría Nacional del Agua (Senagua), pero esas no las tienen. Los dueños de haciendas se adueñan del agua”, reclama Morán.

Para tomar el líquido forman un dique con tierra para encauzar el agua al sistema Mariscal Sucre. Ese muro cede cuando llega el invierno y prosigue su curso normal. Pero esto ha generado peleas con productores de Yaguachi, porque no va suficiente agua hacia esa localidad.

“El año pasado vinieron campesinos con autoridades de Yaguachi  y rompieron el dique, el problema fue grande”, recuerda.

Se queda unos minutos pensativo mientras observa el recorrido del río que se bifurca formando una Y: el costado derecho alimenta el sistema de riego y el izquierdo continúa su recorrido hasta el cantón Yaguachi. “Este año no ha llovido mucho, el río no tiene caudal”, manifiesta. Esto a pesar de lo correnteso y turbulento que aparenta el afluente.

De regreso a su oficina, Morán comenta a Fuentes que ojalá la Ley de Recursos Hídricos recoja sus inquietudes, sobre todo porque se busca una distribución equitativa y, sobre todo, porque cada vez el recurso es insuficiente para los productores.

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