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La disputa a veces roza el racismo y ha incluido hechos de violencia

El conflicto limítrofe copa todas las actividades en la zona de Abdón Calderón (Galería)

Las banderas de Azuay y Guayas, junto con mensajes de pertencia adornan casi todas las casas de Abdón Calderón, que se disputan Balao y Cuenca. Foto: William Orellana / El Telégrafo
Las banderas de Azuay y Guayas, junto con mensajes de pertencia adornan casi todas las casas de Abdón Calderón, que se disputan Balao y Cuenca. Foto: William Orellana / El Telégrafo
01 de febrero de 2015 - 00:00 - Redacción Actualidad

Un hermoso camino adornado por teca, árboles de madera que se cultivan en clima seco, da la bienvenida en la parroquia Abdón Calderón. Luego vienen cultivos de banano y letreros de pertenencia: hay de Azuay y de Guayas. Ya ahí se evidencia que existe un problema, uno de límites.

Quienes no están al tanto de la realidad local se van a topar con una tierra cálida en donde la producción principal es el cacao, el banano y las frutas tropicales. Una zona netamente agrícola, pero cuya mayoría de habitantes son de la Sierra, según muestran sus rasgos físicos. La parroquia está entre los límites de Azuay y Guayas y su pertenencia no se ha definido.  

Al entrar al centro de Abdón Calderón, que apenas tiene 7.5 hectáreas de las 1.080 que posee la comunidad, lo primero que se observa es una Unidad de Policía Comunitaria del Guayas. Están asignados 2 uniformados que representan a esta jurisdicción, aunque en la mitad del poblado existe otro retén, con personal azuayo. En ciertas ventanas hay banderas rojo con amarillo, símbolo de Azuay, mientras que en otras cuelga la enseña celeste y blanco.

El poblado carece de calles asfaltadas, pero hay casas de hormigón de 1 y 2 pisos. Es un pueblo aparentemente tranquilo, pero cualquiera podrá darse cuenta de que la tranquilidad es solo aparente. Los habitantes de este lugar, que suman 1.500, llevan ya 27 años en conflicto territorial. Los 2 bandos son uno que defiende la pertenencia del territorio a Guayas y otro a Azuay, el que parecería ser el más numeroso.

En Calderón su población depende en un 70% del cultivo de cacao, un 20% de la producción de cítricos y frutas tropicales, como el banano orgánico, y un 10% de la ganadería. Sus orígenes se remontan a lo que fue la hacienda bananera Soledad, según relataron los fundadores Luis Guartatanga y Arturo Calle, ambos azuayos y quienes fueron gerente y presidente de la cooperativa que negoció la compra de las tierras. El primero está de parte de Guayas y el segundo de Azuay.

Calle narró que por más de 6 años acudió a Guayas a pedir profesores, pero no recibió una buena atención. Cansado de la falta de respuesta fue a Azuay en donde sí lo atendieron. Desde 1980 la provincia austral se ha hecho cargo de la educación en el sitio.

Es imposible tener una conversación en este lugar sin hacer referencia al diferendo limítrofe. El problema ha marcado la vida de grandes y pequeños. Según ciertos habitantes se han generado tantos inconvenientes que ciertos niños  han tenido que buscar otras entidades educativas para continuar su formación escolar, para evitar ser rechazados. El rector del colegio Eugenio Espejo, Gustavo Álvarez, dirigido por la Dirección de Educación de Azuay, afirmó que todos los alumnos son recibidos sin excepción. En el plantel se forman 700 estudiantes. No negó que a veces surgen ciertos roces, especialmente cuando los menores de edad toman partido a favor de la tendencia de sus padres.

El problema se generó porque cuando se creó el cantón Camilo Ponce Enríquez, la antigua Comisión Especial de Límites Internos de la República (Celir) no puso los hitos claros para que delimite con el norte de Balao (Guayas). “Ahí nos dan a nosotros la posibilidad de defender lo que por historia y por derecho nos corresponde. Si cerraban bien los hitos en la creación de Balao ya nos hubiéramos conformado, porque ya habría una ley vigente y se respetaría. Pero lamentablemente al crear el cantón se llevan comunidades de la parroquia Molleturo, ahí  se complica más”, contó Víctor Bueno, presidente del Comité del Sur, que agrupa a varias poblaciones de la Sierra.    

El dirigente comunitario aseguró que como la comunidad quedó fuera de Camilo Ponce Enríquez fueron acogidos por la parroquia Molleturo, del cantón Cuenca. Justamente es este hecho uno de los sustentos de los pro-Guayas. “Ellos ni siquiera saben de dónde son, solo quieren pertenecer a Azuay”, sin importar a qué cantón, se quejó Rosa González, oriunda de Balao. Ella destacó su trabajo para obtener los servicios que tienen ahora, como agua potable, la escuela y la iglesia.

Cuando se ahonda en la disputa surgen diálogos más propios de una guerra entre países. Por ejemplo, los pro-Azuay aseguran que defenderán con su vida su pertenencia. La procedencia de los habitantes de Calderón nadie la discute, afirmó Catalino Ullaguari, dirigente de la comunidad, pero consideró que deben estar conscientes de que se ubican en tierra guayasense. “Es como si quisieran conquistar este territorio. Dígame en qué parte de Cuenca se acompaña la comida con el verde, en ninguna, esa es una costumbre costeña”, remarcó.

Gloria Illescas es azuaya y dijo amar sus raíces. “Yo soy serrana y amo a mi Azuay, soy azuaya de corazón, pero por eso mismo no puedo decir que esto es Sierra”, recalc´p mientras desgranaba un choclo que utilizaría para el almuerzo. “Mire, yo llegué cuando tenía 16 años y ahora tengo 52. En mi tierra natal no hay culebras, aquí he matado muchas. Allá sembraba habas, aquí eso no da, acá es el cacao y todas las frutas tropicales. No podemos ser ciegos, no porque todos seamos azuayos podemos decir que esto es Azuay”, enfatizó. Según Bueno la comunidad está dentro del plan de ordenamiento territorial de Cuenca. Son “21 parroquias y 72 comunidades de la parroquia Molleturo”. Ese es su principal argumento para asegurar que el territorio es de la Sierra, por Historia y costumbres.  

Abdón Calderón está a 20 minutos de Balao y a 2 horas de Cuenca. Para quienes dicen ser de Guayas el pagar los predios en esta provincia es una prueba más de a dónde pertenecen. Aunque según Bueno son 250 familias las que cumplen con obligaciones tributarias en Cuenca.

Para refutar el argumento de la cercanía él invoca la “autodeterminación de los pueblos, la identidad territorial y el acerbo cultural”. “Por más cercanos que estemos, podemos estar en la frontera de ellos, aquí se define sobre todo la identidad territorial, la cultura”, insistió.  

La batalla de argumentos a veces da paso al racismo y a la discriminación. Para Bueno la cultura de los guayasenses es inferior a la de ellos, por eso rechazan la idea de que su territorio sea considerado de esta provincia. “Vaya a visitar esos pueblitos, que viven sin agua potable, sin alcantarillado, son unas cloacas, hay una serie de prostíbulos. Es un desorden social en el que viven. Lógicamente nos da pena porque son nuestros hermanos y nos da pena que sean tratados así, pero esa es la realidad de ese pueblito”, describió. Comparó esa “realidad” con la que tienen en Calderón en donde gozan de todos los servicios. Reiteró que nadie les ha regalado nada, que todo ha sido esfuerzo de sus habitantes. Y eso es algo en lo que están de acuerdo ambos bandos.

“En Naranjal ellos tienen hecho un malecón y vaya a ver el río lleno de basura, una cloaca de desperdicio; pero eso dicen que es la cultura guayasense y lo respetamos muchísimo. Por más que esté junto a Balao, no vamos a permitir –que se incorpore al cantón- y aquí se tiene que respetar la decisión mayoritaria del mandante, por eso queremos la consulta popular”, argumentó.

Son las dos caras de una disputa que en noviembre pasado causó enfrentamientos cuando la Prefectura del Guayas intentó adoquinar las calles principales. La probable solución estará en manos del Presidente de la República, quien deberá ordenar la consulta popular. Eso se definirá en abril de 2015, cuando culmine el plazo para fijar límites.

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