“Ecuador y ALBA son la alternativa y ahora Chevron intenta matarla”
¿Por qué apoyar la campaña contra la Mano sucia de Chevron?
Vengo a respaldar al Gobierno de Rafael Correa porque sabemos que lo que pide Chevron al Estado lo arruinaría, significaría el fin del proceso actual; un proceso igualitario, soberano y que elevó el nivel de vida de la población. Aquí (en Ecuador) no notan que Europa vive lo que ocurrió en América Latina durante los años del ‘ajuste estructural’ que arruinó a los países. Ecuador y la ALBA aparecen hoy como una alternativa y Chevron está claramente intentando matarla en Ecuador.
¿Qué constató en Lago Agrio?
Me tocó mucho palpar la contaminación en esas piscinas, porque una cosa es hablar y otra es observar directamente que ahí se cometió un crimen: dejaron esa contaminación por 30 años y hoy sigue latente, la lluvia lleva la contaminación de un río a otro. Es tan preocupante pensar que hay seres humanos capaces de dejar que la contaminación mate gente, ganado y vegetación, y que hoy acusen al Estado. Este es un crimen y la lucha no es solo ecuatoriana. Existe el principio: ‘quien contamina, paga’, pero aún no es un principio jurídico y universal.
“En la Amazonía se cometió un crimen: dejaron esa contaminación por 30 años y sigue latente”Los arbitrajes internacionales han sido útiles para Chevron...
Chevron quiere ganarle al Estado en una corte de arbitraje, un hecho nuevo en la vida jurídica internacional. Antes los litigios eran entre empresas y ahora las empresas pueden entrar en litigio con un Estado, sin comprender que el arbitraje no es la justicia. El arbitraje refleja una correlación de fuerzas entre el débil y el fuerte, mientras que la justicia se basa en la ley y es la misma para todos...Chevron es un ejemplo de la época que vivimos: una empresa con un presupuesto mucho más alto que varios Estados juntos, que cuenta con un servicio de espías, fuerzas armadas propias, promueve la corrupción y pocos saben que estuvo involucrada en el Gobierno de (George) Bush hasta provocar la guerra contra Irak -en donde Chevron fue la primera compañía que obtuvo un contrato para la explotación petrolera- y que luego empujó la guerra contra Afganistán.
La campaña que emprendió Ecuador para demostrar los efectos de la contaminación petrolera evidenció el abuso de algunas transnacionales como Chevron. ¿Cómo entender eso?
Ahora todos pensamos que si no hacemos nada Chevron hará lo que quiera. Hoy la correlación de fuerzas se inclina hacia otro lado y eso es gracias al Gobierno de Ecuador, ya que otros Estados fueron incapaces de responder porque sus gobiernos eran corruptos o se asustaban.
Esta campaña es productiva de muchísimas maneras: toma de conciencia, educación popular, sensibilización... La gente reaccionará al darse cuenta de que también es contaminada y querrá actuar como Ecuador. Hay que recordar que al principio este proceso fue impulsado por comunidades y no por el Estado, en tiempos donde los gobiernos firmaban cartas asegurando que en la Amazonía todo estaba limpio.
Esta experiencia puso en debate la actuación de los centros de arbitraje internacional y los tratados bilaterales de inversión. Ahora Unasur propone crear un centro de arbitraje en la región. ¿Esa decisión es urgente?
Es una buena idea y corresponde a un momento de la historia en que América Latina está surgiendo con una fuerza política y económica en el mundo, un espacio que no tuvo antes. La vieja Europa lo siente así, que la ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) es el foco de rebelión de este rincón del mundo y que Unasur es su instrumento más fuerte, por lo que tener una corte aquí será positivo, pero hay que precisar: una corte que sea apoyada por todos los gobiernos de Unasur y basada en las legislaciones de esos países, como es la Corte de Justicia de Luxemburgo. No se puede caer en el modelo del G20, porque hay 175 países en el mundo y ocurre que 155 países esperan lo que resuelvan esos 20, y éstos a su vez deben esperar -antes de reunirse- la resolución de 8 (en el G8), de los cuales solo deciden 3. Ese no es un orden internacional, o, mejor dicho, es un orden internacional imperialista. Por eso Unasur debe ser un espacio de legalidad común y estoy seguro de que la ALBA permitirá que funcione de esa manera.
Ese ‘foco de rebelión’ en América Latina que usted cita, ¿se fortalecerá con el retorno de Michelle Bachelet a la Presidencia de Chile, una de las promotoras de Unasur?
Eso nos da mucha confianza, aunque es evidente una competición entre los países latinoamericanos: Alianza del Pacífico vs. los otros, y veremos cómo actúa el Gobierno de Bachelet y la evolución del Perú con Ollanta Humala. Los gobiernos progresistas de América Latina son una inspiración y una prueba de que el mundo no se acabó con una supuesta extinción del modelo socialista. Ahora vemos una ola democrática, de soberanía, de recuperación de los medios de producción y la riqueza nacional como el petróleo, gas y agua, algo que no se ve en la vieja Europa.