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El Telégrafo
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¿De dónde sale la ‘avalancha’ de desinformación y mentiras?

¿De dónde sale la ‘avalancha’ de desinformación y mentiras?
29 de enero de 2014 - 00:00

Aquí no hay ingenuidad ni inocencia. No nacimos ayer. Nada de lo publicado se ha cuestionado como información falsa o no contrastada.

El único argumento es el más flojo y hasta ambiguo: la creación de una agencia de noticias, con sustento en una ONG, que cuenta con financiamiento extranjero, vincularía a sus creadores con la CIA. ¿Y eso lo dijo este diario? ¿Hay alguna evidencia de que en las publicaciones hayamos mencionado esa supuesta vinculación y a partir de ahí el daño moral?

Lo vamos a decir de modo claro y frontal: el uso político que hagan de nuestras publicaciones los actores políticos, bien sea para opinar, calificar, atacar, cuestionar o aplaudir ya no depende de nosotros. Como tampoco, supongo, depende de los creadores de esa ONG y agencia de noticias que en las redes sociales, en otros medios y en mensajes personales al director de este diario, a sus periodistas y al resto de la prensa pública nos hagan ‘cargamontón’ y no digan nada quienes supuestamente defienden ‘con la vida’ la libertad de expresión de todo ecuatoriano.

Se nos acusa y seguramente se nos va a investigar por -dicen- meternos en sus correos electrónicos personales. Categóricamente señalamos: ni lo hacemos ni lo haremos nunca. Esa no es nuestra práctica ni filosofía de vida. Que nos investiguen todo lo que quieran y en las instancias que hagan falta. Todos, absolutamente todos los documentos que llegaron a nuestra redacción proceden de fuentes responsables y con alto espíritu de transparencia y responsabilidad. A finales de octubre de 2013 tuvimos los primeros indicios y comenzó un trabajo lento y sostenido que poco a poco dio los resultados expuestos.

Por eso mismo: ¿quienes defienden el ejercicio profesional, la libertad de prensa y el derecho de los comunicadores a una profesión con todo rigor se olvidaron de que los tratados internacionales y nuestras leyes y Constitución garantizan la reserva de la fuente? Todos los que nos acosan y agreden mediáticamente no han dicho una sola palabra sobre ese derecho. Incluso, algunos editorialistas que han ejercido cargos de dirección en periódicos dicen que se trata de una intromisión en la vida privada. ¿Por qué no dicen lo mismo de otros actores políticos que chantajean políticamente con publicar los correos personales de altas autoridades y del director de este diario? ¿Por qué no han dicho ni una palabra respecto a esas amenazas y chantajes? ¿No se mide con la misma vara a quienes acolitan en sus acciones desde las salas de redacción?

Pero lo que más preocupa es que todos los ataques recibidos, las advertencias de juicios y ofensas son producto de la desinformación, el silencio y las mentiras que han montado sobre un proyecto que nadie de nuestra redacción ha calificado o estigmatizado, mucho menos se ha dicho que sea ilegal o producto de un delito para llenar los bolsillos de alguien. Rectificamos sobre el sueldo que supuestamente ganaría el director de la agencia Tamia News. Y pedimos disculpas, pero hasta ahora siguen en su campaña para, supuestamente, enseñarnos a hacer periodismo. En su afán moralista de colocar todo en esa dimensión no dicen que exponer documentos y evidencias es parte del periodismo de investigación, que también es posible en los medios públicos, que no es patrimonio de la prensa privada. ¿No fueron los periódicos comerciales los que ocultaron los WikiLeaks y no fue un diario público el que reveló toda esa información ‘escondida’ para no afectar a sus amigos políticos, en la oposición a este Gobierno?

Y con la misma frontalidad y coraje también les queremos decir: si crean una agencia de noticias, si para ello necesitan plata de afuera y contactos de una clara tendencia política con afanes muy evidentes de sus propósitos, no vamos a dejar de exponer, publicar y comentar aquello. Quienes ahora se autoproclaman izquierdistas y periodistas puros saben que se exhiben a la crítica ciudadana y no vamos a dejar de abrir el debate sobre estos temas que no solo comprometen la credibilidad de un supuesto proyecto periodístico, sino -además- el sostenimiento de verdaderos procesos de democratización de la palabra, el respeto a la opinión ajena en toda su dimensión y la posibilidad de estimular la mayor transparencia, sin victimizarse y mucho menos estigmatizar. Este diario hará periodismo responsable, duélale a quien le duela. No lo duden.

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