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Ecuador, 21 de Septiembre de 2024
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Desmontar con datos las "fake news"

En el contexto de la labor de la ciudadanía frente a las noticias falsas, el Consejo de Comunicación, en su guía emergente, señala que estas apelan a las emociones más primarias de las audiencias, transmitiendo mensajes de tristeza, miedo, sorpresa o ira (Vosoughi, S.; Roy, D.; Aral, S. 2018). Este tipo de noticias: (...) son más llamativas y propensas a ser compartidas por el usuario medio, independientemente de que sean ciertas, ya que se da por supuesta su fiabilidad. Este proceso de aceptación tiene que ver con el mecanismo de segregación de dopamina, una sustancia neurotransmisora, generada de forma natural por el cerebro cuando se produce un estímulo primario que nos satisface y que se asocia a los procesos adictivos. Parece demostrarse que no solo las redes sociales a través de las notificaciones generan este efecto en los usuarios (Blazques, 2018: 5).                                         Por consiguiente, para evitar que este tipo de fenómenos se reproduzcan, la ciudadanía tiene la responsabilidad de verificar la información antes de compartirla. En ese contexto, para propender a la eliminación de las distintas formas de desinformación pública y distorsiones en el proceso comunicativo o fake news en situaciones de crisis, es necesario tomar en cuenta las siguientes recomendaciones. ¿Qué hacer frente a las noticias falsas o fake news en situaciones de emergencia de salud? Tanto en las epidemias y pandemias, como en las crisis humanitarias y los desastres naturales, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda manejar una comunicación de riesgos, que consiste en “el intercambio, en tiempo real, de información, consejos y opiniones entre los expertos, los líderes comunitarios, los funcionarios públicos y las personas en situación de riesgo” (OMS, 2018: ix).

Se sostiene que la comunicación eficaz permite “que los colectivos más expuestos entiendan y adopten las medidas de protección que correspondan” (OMS, 2018: ix); a su vez, “permite a las autoridades y los expertos escuchar y atender las preocupaciones y necesidades de la población, (...) contribuirá a que los consejos que emitan sean pertinentes, fidedignos y aceptables” (OMS, 2018: ix).      La organización manifiesta que ciertas redes, como Facebook o Twitter, pueden usarse desde los diferentes Estados miembros “para difundir información veraz, así como para corroborar datos cuando haya que desmontar rumores o noticias falsas en una crisis de salud pública” (OMS, 2018: 28), esto tomando en cuenta que estas redes tienen amplitud de alcance, nivel de influencia, resultados, y considerando la variedad de públicos coexistentes. (I)

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