En un mapeo de la cultura política en el país, tres universidades y dos instituciones se unieron para elaborar un informe sobre ese tema: Cultura política de la democracia en Ecuador y en las Américas, 2019-2019, Tomándole el pulso a la democracia.

El estudio, que tiene como base el Barómetro de las Américas, fue presentado el miércoles 5 de febrero de 2020 en la Universidad de las Américas (UDLA).

El apoyo a la democracia electoral (elecciones, la legitimidad democrática, las redes sociales y actitudes sociales), la politización de la ciudadanía y la polarización ideológica, el progresismo versus el conservadurismo, y las actitudes hacia la corrupción son los temas de ese informe.

En este reportaje analizamos la politización (posición ideológica) y la polarización de la ciudadanía en Ecuador.

Todo empezó en 2007 con el primer gobierno del expresidente Rafael Correa, actualmente investigado por el caso de corrupción Sobornos 2012-2016.

Correa estuvo en la Presidencia a lo largo de 10 años, tenía popularidad y concentró el poder en las cinco funciones: Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Transparencia y Control del Estado y Electoral.

Analistas y académicos lo han tildado de populista, con una retórica polarizadora que hizo enormes y millonarias campañas de propaganda para comunicarse con el pueblo y acumular poder, señalan Paolo Moncagatta y Ana Emilia Poveda, autores de este capítulo.

El exmandatario, quien tenía un discurso de izquierda, pero en la práctica actuaba como un gobernante de derecha, consiguió aumentar el número de personas que se autocalificaban de la tendencia de izquierda. Así, en 2006, había solo un 9,8% de ecuatorianos declarados de izquierda, mientras en 2008 ese porcentaje aumentó al 15% y alcanzó 22,5% en 2016.

Sin embargo, desde 2014 la hegemonía correísta comenzó a desmoronarse y coincidió con la crisis económica por la baja en el precio del petróleo y la aparición de casos de corrupción que involucraban a altas autoridades del gobierno correísta, señalan los autores.

En ese contexto aumentó el porcentaje de ciudadanos que se autocalificaban con la tendencia de derecha: del 13,7% en 2014 al 23% en 2016. Pero esa politización va de la mano de la polarización de la ciudadanía. Correa consiguió dividir a la población e incluso a las familias.

En 2006, el 9,8% de los encuestados se autodefinía de izquierda y el 13,7% de derecha. En el período 2016-2019, la primera pasó al 22,5% y la segunda al 23,2%.

Los autores se preguntan si la polarización está relacionada con los retrocesos del sistema democrático o con la fractura social latente que exacerba las posiciones políticas.

Para la legisladora de Alianza PAIS, Ana Belén Marín, los ciudadanos se involucran más en política y eso es positivo. Pero se sigue votando por “caciques”, cada organización tiene líderes y eso es negativo. “Hay que institucionalizar a los partidos y movimientos, importa la ideología, no los liderazgos”, dijo a este diario. (I)