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Entrevista a la actriz y embajadora de Buena Voluntad por la Unicef

“Con el conocimiento siempre viene la responsabilidad” (VIDEO)

Mia Farrow, actriz estadounidense y embajadora de buena voluntad de UNICEF. Películas: ”El bebé de Rosemary“, “El gran Gatsby”, “La comedia sexual de una noche de verano”, entre otras. Foto: Marco Salgado |  El Telégrafo
Mia Farrow, actriz estadounidense y embajadora de buena voluntad de UNICEF. Películas: ”El bebé de Rosemary“, “El gran Gatsby”, “La comedia sexual de una noche de verano”, entre otras. Foto: Marco Salgado | El Telégrafo
03 de febrero de 2014 - 00:00 - Fausto Rivera Yánez

Fue en 1968 cuando Roman Polanski convocó a la prensa a los estudios de Paramount Pictures para que apreciaran el famoso corte de cabello estilo pixie que Mia Farrow luciría en la película que la haría mundialmente conocida: El bebe de Rosemary. Su pálida y delgada contextura, sumadas a la precisión de sus interpretaciones, la convirtieron en un ícono de los setenta y ochenta, tanto como actriz, como prototipo de mujer.

Además, su primer matrimonio con Frank Sinatra y su unión de 12 años junto a Woody Allen, con quien ha tenido una larga historia de controversias, la pusieron en el ojo del huracán mediático.

Ahora tiene 68 años, luce serena y lleva el pelo largo, viste ropa cómoda y carga unos redondos lentes. Tiene una pulsera de varios colores que le recuerdan la diversidad humana y tres relojes con las horas de la República Africana Central, Kenya y los Estados Unidos. También lleva encima un collar negro de forma rectangular que una mujer en Darfur le obsequió. La milicia había matado a tres de los cinco hijos de esa mujer. Mia no quería aceptar el collar porque le daba pena quedárselo, pero la mujer insistió en que lo tuviera para que la protegiera y difundiera su historia en el mundo.

Actualmente Mia Farrow es embajadora de buena voluntad de UNICEF y hace pocos días estuvo en Ecuador, en la zona del pozo Aguarico 4, en la provincia de Sucumbíos, constatando  los daños por los que la petrolera Texaco, adquirida luego por Chevron, fue condenada en 2011 por la justicia ecuatoriana. Farrow dijo que el nombre de Chevron le hace “sentir náuseas” y enfatizó que la empresa debería hacer “todos los esfuerzos” para “limpiar el desastre” que dejó.   

¿Qué pudo constatar en la zona del pozo Aguarico 4?  
Que las compañías petroleras se han comportado irresponsablemente, sin conciencia. Y esto no solo ocurre  en Ecuador; por ejemplo en Nigeria es muy notable ver  estos problemas. Lo que hacen las compañías es un crimen en contra de la naturaleza, y de las  personas de este territorio y de todo el mundo. Por ello, la gente  debe ser más vigilante de estos hechos. Las personas que tienen la suerte de vivir en democracia deben monitorear a sus líderes, porque a veces esa alianza entre líderes y compañías de petróleo resulta en  un mal “matrimonio”, uno muy peligroso.

En su experiencia en África, ¿cómo se han desarrollado estos conflictos por los recursos naturales ahí?
Mi primera confrontación con las compañías petroleras fue en Angola, justo cuando se terminaba una guerra de 27 años. Fui a un país en donde la infraestructura había sido completamente diezmada y la gente se estaba muriendo de hambre. Mi hijo estaba conmigo esa vez y alguien lo estaba señalando. El traductor nos dijo que quien lo señalaba decía que una vez tuvo un cinturón como el que mi hijo estaba usando, pero que se lo tuvo que comer. Ese fue el día en que conocí al hombre que se comió su cinturón por hambre. Vi un sinnúmero de niños muriendo de hambre en un lugar que estaba lleno de minas. Durante todo ese tiempo, el petróleo era llevado de Angola a los bolsillos del presidente y al de otras seis personas, pero la gente seguía sufriendo. 

¿Qué tipo de problemas comunes pudo detectar en los países en los que hace activismo en África y en la Amazonía ecuatoriana?  
Mi trabajo está  enfocado en África y en países afectados por conflictos internos, esa es mi labor en UNICEF. Venir a Ecuador fue para desarrollar algo distinto de lo que suelo hacer, pero no tanto, porque las personas están aquí afectadas por otro tipo de atrocidades. No son armas ni bayonetas, pero es algo terrible e insidioso. También representa una oportunidad para  ver qué pedimos en el futuro a estas corporaciones antes de que entren a nuestros países. Ustedes todavía extraerán continuamente petróleo y asumo que aplicarán estándares globales de calidad para hacerlo. Eso es lo que me han dicho, sin embargo, la gente tiene que estar más involucrada.

¿Qué la llevó a que concentre sus esfuerzos en la labor social, dejando, de alguna manera, ese lugar de confort que le otorgaba la actuación?
Soy una actriz y una madre, pero también soy un ser humano y no idiota. Y vi que algo estaba mal, que había gente que ganaba millones y millones, mientras que otros perecían de pobreza y desigualdad. Por ejemplo, nadie había recolectado la basura en Angola desde que los portugueses se fueron por 1950. No tenían nada y, sin embargo, el petróleo seguía. Personalmente creo que los recursos extraídos de la tierra deberían pertenecer a las personas. Es verdad que  la gente que los extraiga debería tener una ganancia, pero las mayores ganancias deberían ir a la salud, educación y el bienestar de las personas que viven en ese territorio. Si esto pasara, tendríamos un mundo más equitativo y pacífico.

Los datos económicos nos plantean lo contrario. Los niveles de concentración de la riqueza no han cambiado...
Esta última semana, en la cumbre de Davos, se identificó que la principal amenaza a la seguridad internacional es la desigualdad. El hecho de que 65 individuos tengan más dinero que 3,5 millones de personas representa una  horrible realidad de imaginar. Tendremos un completo quiebre en la sociedad si esto continúa, estaríamos fortaleciendo un sistema feudal. Los más ricos tendrán fortalezas y ejércitos privados.

¿Considera que en las mujeres descansa la responsabilidad de hacer un mundo diferente?
Podría argumentar que las mujeres miran al futuro de una manera más comprometida, porque tenemos hijos. Sin embargo, no tengo mayor peso cuando hablo frente a  otro ser humano, pero acepto la responsabilidad de hablar por otros que tienen una voz clara porque talvez yo la pueda amplificar. No estoy diciendo que sé más que cualquier otro individuo, pero, como una persona de este planeta, también tengo una voz.

¿Cuál cree que ha sido el rol de las organizaciones no gubernamentales para atender problemas que deberían ser resueltos por los propios gobiernos?  
Son voces muy importantes, son grupos legítimos que luchan por los derechos humanos. Están diciendo a las personas de nuestro mundo que lo que está pasando está mal y que podemos hacer algo al respecto si conocemos el tema. Con el conocimiento siempre viene la responsabilidad, esto es algo que les digo a mis hijos. Y nosotros, los que estamos en condiciones de hacer algo al respecto, podemos afectar a los líderes con nuestros votos, con nuestras llamadas, correos electrónicos, tenemos la responsabilidad de hacer eso, pero para ello necesitamos saber del tema. Y estos grupos humanitarios sirven para ese propósito.

¿Cuál es su opinión sobre la política de su país y qué mensaje deja el Ecuador?
Estoy muy orgullosa de mi país por varios pasos que ha dado. Mi presidente, de quien estoy muy orgullosa también, está haciendo lo mejor que puede para resolver el problema del cuidado de la salud para todos. Por otra parte, ahora en cada vez más estados existe la igualdad de matrimonio para todas las personas. Esto es algo muy importante para nosotros, pues si tú crees en los derechos humanos, entonces debes respetar el derecho humano de casarte con la persona que amas. Los derechos de los gays son derechos humanos y a mí me gusta referirme a las personas gays como personas simplemente. Entonces, solidaridad con la comunidad GLBT de aquí y del resto del mundo.

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