Reforma al Código de la Democracia busca tipificar la violencia política
Insultos y descalificaciones reciben las mujeres que participan en política en este país. Pero esos epítetos contra las féminas candidatas no están contemplados como faltas ni tienen sanciones.
Para citar algunos ejemplos: “Está desesperada la peliteñida esta”, “negra, vieja, fea, india, lentejera, rata, asquerosa, ya te billeteo, basura”, escribieron desde varias cuentas en Twitter a mujeres que participaron en las elecciones seccionales de 2019.
Esos mensajes atentan contra la apariencia física, o la edad o la raza de las mujeres al tratar de denostarlas.
Según un informe de la Corporación Participación Ciudadana, se registraron 664 expresiones violentas contra 23 mujeres que fueron candidatas en los comicios. El periodo analizado fue del 16 de enero al 3 de marzo de 2019.
Pero el Código de la Democracia no tipifica estas expresiones escritas como faltas. La presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Diana Atamaint, dijo que entre las reformas a la norma que impulsan está la sanción a la violencia política contra la mujer.
Eso, agregó, conllevará a la suspensión de los derechos políticos hasta un año, una multa de hasta 10 salarios básicos unificados. Incluso la descalificación de candidaturas o la destitución del cargo si ha sido elegido, explicó.
“En aquellos casos en los que derive en delito se sancionará con lo establecido en el Código Orgánico Integral Penal (COIP)”, señaló.
Atamaint contó que los epítetos referidos a la apariencia física o los roles que la sociedad ha asignado tradicionalmente al género femenino empezaron en las primarias internas de los partidos.
Es un tema que necesita reformarse, la ley debe controlar y prevenir este tipo de violencia que busca denigrar la capacidad de las personas exclusivamente por su género, dijo.
La activista de Mujeres de Asfalto Juana Francis Bone opinó que en Ecuador aún se requiere entender la importancia de la participación de la mujer en las organizaciones políticas y sociales.
Según ella, “los partidos y movimientos políticos buscan la paridad que exige la ley por obligación, pero no por conciencia”, aseguró.
Para la activista el voto femenino está subestimado en las grandes ciudades y en las más pequeñas aún predomina el machismo, dijo.
Cuestionó que en la política se incluyan parámetros estéticos en base al marketing, lo que ha causado que menos mujeres afros e indígenas participen en proselitismo.
Esa premisa coincide con el informe del Comité de Expertos del Pacto Internacional por los Derechos Civiles y Políticos: “en las pasadas elecciones la presencia de mujeres indígenas y afros fue casi nula”.
El comité recomienda que se corrija la normativa para fomentar la participación femenina en la política.
Desde 1924, la mujer ecuatoriana participó en los procesos democráticos del país. Antes de ese año el derecho al voto era solo de los hombres. Sin embargo, abrir el camino para la participación plena de la mujer no ha sido fácil.
En las últimas elecciones seccionales se inscribieron 80.281 candidaturas, de las cuales 39.447 eran mujeres y 40.834 hombres.
No obstante, la integración de las distintas listas no consideró la paridad en la titularidad de los cargos. Por ejemplo, para las alcaldías de Quito, Guayaquil, Cuenca, Manta y Loja, el CNE recibió 68 postulaciones, de ellas 59 de hombres y solo 9 de mujeres.
Esto significó que el 87% de los candidatos para dirigir los municipios de esas ciudades del país sean hombres, y apenas el 13% mujeres.
La representante de ONU Mujeres Nydia Pesantes detalló recomendaciones para disminuir esta brecha de desigualdad entre hombres y mujeres en la política. Por ejemplo: tomar en cuenta el sistema de listas abiertas porque eso permitirá que los votantes organicen sus opciones. También las mujeres deben encabezar las listas de las organizaciones políticas.
En Ecuador las mujeres son más del 50% de la población y la cifra va en aumento, según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos, (INEC). Sin embargo, en términos electorales las féminas siguen desventaja frente a sus contendores masculinos. (I)