La Guerra de la funeraria, 45 años de ingrata memoria
Un Gobierno con planificación
Lo que sucedió días después del Carnavalazo de febrero de 1972 fue parte de un plan estratégico; pues, si algo destacó en el Gobierno Revolucionario Nacionalista de las Fuerzas Armadas, encabezado por el general Guillermo Rodríguez Lara, fue eso: la planificación, cuya base doctrinaria tenía su punto de partida en dos obras escritas con su puño y letra: Filosofía y Plan de Acción, y el Plan Integral de Transformación y Desarrollo.
Aquel Gobierno militar reformista, y con altos niveles de desarrollo, contaba en sus filas con autoridades y funcionarios de buena calidad profesional. Sin embargo, hubo un grupo minúsculo de militares que por su alta jerarquía, creían tener el pasaporte directo a funciones de ministros o similares. Caso particular fue las solicitud antojadiza del general Raúl González Alvear, que por cierto fue negada, optando éste por la conspiración, precisamente cuando el Ecuador gozaba de un buen Gobierno, sobre todo estable: panorama muy pocas veces visto en la historia republicana.
Habían transcurrido tres años y tres meses del gobierno de Rodríguez Lara, tiempo en el que se demostró el verdadero desarrollo nacional. Esto tenía una respuesta muy clara: los partidos políticos estaban en pleno bostezo; y, los ministerios y otras entidades estatales cumplían estrictamente lo planificado. Todo iba bien, hasta cuando la conspiración de González Alvear, secundada por los generales Alejandro (El Caucho) Solís y Juan Araujo Proaño, empezó a envenenar los cuarteles de la plaza de Quito y de Pastaza, con la idea de derrocar a Rodríguez Lara y asumir el poder.
La trifulca
Efectivamente, a las 00:00 del 1 de septiembre de 1975 empezó el ataque de las tropas sediciosas al Palacio de Gobierno, teniendo como única fuerza de defensa al escuadrón Escolta Presidencial comandado por el mayor León Cid Miguel Gustavo Ecuador Iturralde Jaramillo. El combate llegó a su final a las 12:00, cuando uno de los soldados de la Escolta elevó la bandera blanca, dado que se agotó la munición. Entonces empezó el desorden y el saqueo al palacio: tropas que se cruzaban de forma desordenada y los curiosos que desbalijaban el salón de música, la biblioteca y el Salón Amarillo.
En esa trifulca, González Alvear, vestido de civil, ascendió a la terraza para “saludar al pueblo” y autoproclamarse presidente, sin tomar en cuenta que estaban ya en camino las tropas leales del batallón Vencedores, al mando de los capitanes Cerda, Guerrero y Noboa, a las que se integraba un par de escuadrones de la Infantería de Marina, quienes lograron retomar el Palacio y salvar a los familiares de Rodríguez Lara que se estaban de rehenes.
Terminado el conflicto con un saldo de 25 muertos y 53 heridos, entre civiles y militares, la paz volvió a sus designios, mientras que los sublevados fueron detenidos, no así el general González Alvear, quien salió corriendo a mendigar asilo político en la Embajada chilena, luego de que la Embajada americana lo había negado.
De vuelta a la normalidad, llegaba desde Riobamba el general Rodríguez Lara a la cabeza de una columna de tanques AML, dio una rueda de prensa para explicar sobre el fracasado golpe de estado y para exhortar a los periodistas que no vuelvan a mencionar sobre el 1 de septiembre. Los comunicadores no rechazaron el pedido, pero lo llamaron “El 32 de Agosto”. De igual manera, a partir de esa fecha los soldados de la Escolta Presidencial imprimieron su lema: “Lealtad hasta el sacrificio”.
Foto : Archivo fotográfico MUNA (Museo Nacional)
Biografía del general Guillermo Rodríguez Lara
Nació en Pujilí, el 4 de noviembre de 1923, en el hogar de don Manuel Rodríguez y doña Clara María Lara. Aún adolescente, ingresó al Colegio Militar. Por sus méritos académicos, el último año lo cursó en la Escuela Militar de Colombia, donde se graduó de subteniente en 1944.
Becado a la Escuela Superior Técnica de Argentina, se graduó de ingeniero civil en 1951. Años más tarde fue profesor en la Escuela de las Américas, en Panamá, director del Colegio Militar y comandante general del Ejército.
Durante su Gobierno (1972-1976), destacaron las siguientes obras: construcción del proyecto hidroeléctrico Paute, organización de CEPE, fundación del IAEN, creación del premio Eugenio Espejo, pago definitivo de la deuda inglesa, construcción de 11.489 viviendas populares y miles de aulas con 5.000 plazas para maestros, forestación 9.230 hectáreas de pino y ciprés… Con todo esto, la economía nacional creció un 10 %. (I)