Punto de vista
Buenas nuevas desde Bolivia
La capital oriental del Estado Plurinacional de Bolivia, Santa Cruz de la Sierra, acogió hace pocos días la cumbre del G77+China, un espacio de concertación que, al interior del sistema de las Naciones Unidas, reúne hoy a 133 países, representando a casi dos tercios de la población mundial. En dicho evento, los gobiernos acordaron propuestas originales que plantean caminos propios para su desarrollo sostenible.
Bolivia, que preside la instancia durante este año, sirvió de eficaz anfitrión al encuentro que celebró sus primeros 50 años de vida. Se trató de una reunión ejemplar en su desarrollo y desafiante en su agenda, a cuyos contenidos sustantivos la nación altiplánica aportó la perspectiva que los pueblos andinos han definido como el ‘Buen Vivir’.
Fue además la ocasión propicia para mirar en terreno, con mayor detención, el curso reciente del singular desempeño boliviano y atestiguar algunos de los resultados alcanzados en el último lustro por la aplicación de lo que el gobierno del presidente Evo Morales llama el Nuevo Modelo Económico, Social, Comunitario y Productivo.
Y es que tras la irrupción, en 2005, de un proceso de cambios que transformó las estructuras políticas de Bolivia, muchas dudas emergieron sobre el devenir económico de un país proverbialmente rico en recursos naturales, pero atravesado, sin embargo, por indicadores sociales que lo mantenían habitualmente en los últimos lugares del desempeño regional.
Hoy, en cambio, Bolivia brinda razones al optimismo.
Con una consolidada estabilidad política, la economía boliviana, incluso en el marco de la desaceleración que impacta a América Latina, es una de las más dinámicas de la región. Para este año su proyección de crecimiento se acerca a 5,5%, mientras el promedio regional estará por debajo de 2,5%. Ya el año pasado el crecimiento boliviano descolló hasta 6,8%.
En estos años Bolivia ha sabido acopiar las reservas internacionales más altas como porcentaje del PIB de la región -en torno a 47%-, lo que se suma a un bajo endeudamiento público -por debajo del 35% del PIB- y un manejo prudencial de la política fiscal, que reposa en la gestión concertada de un equipo de gran nivel articulado entre el Ministerio de Economía, el Banco Central y el Ministerio de Planificación. Equipo que ha sabido encauzar constructivamente la variable de inversión pública en la economía.
Adicionalmente Bolivia muestra una renovada gobernanza de los recursos naturales, traducida en un ejercicio de soberanía que le permitió al Estado pasar de disponer 300 millones de dólares al año a 6.000 millones de dólares en 2013.
En América Latina, Bolivia es el país que más rápidamente ha reducido la desigualdad, dejando atrás la triste última posición regional que ocupaba en 2002. Esto se ha logrado apuntalando una importante política de redistribución de los ingresos, orientando gasto a los programas sociales que impactan en la reducción de la pobreza, y fortaleciendo el salario mínimo que ha aumentado 64% en términos reales entre 2005 y 2013.
Bolivia ha tomado la decisión de renegociar contratos, de nacionalizar empresas, operando por la vía jurídica, respetando derechos, explicando propósitos. Señales que la comunidad financiera ha recogido y que se expresan en un flujo creciente de inversión extranjera directa. En 2013 se recibieron por este concepto 2.030 millones de dólares frente a los 1.300 millones de 2008.
Hay, por cierto, pendientes significativos, tareas que han acordado los propios bolivianos, entre ellas, propiciar una mejor redistribución de la riqueza, diversificar la matriz energética, imaginar mecanismos efectivos para hacer de la explotación del litio un importante motor de desarrollo nacional, articular una política industrial que dinamice la base productiva, y mejorar la oferta universal de bienes y servicios públicos.
Regreso de esta reunión del G77 + China en Santa Cruz de la Sierra, y de una posterior visita acompañando al presidente Evo Morales, muy alentada al observar el presente boliviano, la voluntad y el compromiso de esta generación para avanzar y superar las largas décadas de precariedad y crisis recurrentes. He contemplado cómo, frente a los muchos desafíos del mañana, hoy se consolidan bases firmes que permitirán avanzar más y mejor hacia la igualdad, con base en titularidad de derechos, con mayor autonomía y participación de los
pueblos y comunidades de este hermoso y diverso país.