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El Telégrafo
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ESPECIAL FIN DE AÑO

2014: ¿El cierre de un ciclo político, el inicio de otro modelo o la suma de las incertidumbres? (Infografía)

2014: ¿El cierre de un ciclo político, el inicio de otro modelo o la suma de las incertidumbres? (Infografía)
31 de diciembre de 2014 - 00:00 - Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

En los anales de la historia política ecuatoriana, lo ocurrido entre el 17 de febrero de 2013 y el 23 de febrero de 2014 todavía será una de esas coyunturas que merecerán un enorme esfuerzo de análisis, más allá de los afectos o desafectos, partidismos o militancias.

En un año Alianza PAIS pasó de ser la fuerza arrolladora y exitosa a la que no sabía por dónde se le colaron candidatos vencedores salidos de la nada y una que otra derrota inexplicable.

Es evidente que el Ecuador de 2007 no se parece ni de lejos al de 2014. Y eso, por fuera de las pasiones, brinda un conjunto de insumos para pensar en la política de ahora como un ciclo todavía por cerrarse donde la fuerza hegemónica sigue siendo PAIS, pero no sostiene la frescura propositiva y de ruptura con la que se instaló, con vigor político, en ese terreno infestado por los intereses corporativos, financieros, empresariales y mediáticos (los llamados poderes fácticos).

En cifras, PAIS no ha pasado ni a un segundo o tercer lugar. Al contrario, domina y marca la pauta política en muchos eventos, temas y territorios. Ni siquiera la acción de los movimientos sociales o de los grupos de izquierda es su mayor perturbación, aunque simbólicamente algunos de ellos inciden en la opinión pública y publicada. Sin embargo, el llamado oficialismo experimentó un sacudón que quizá reflejó algunos temas y líos no discutidos internamente y/o simplemente ‘se durmió en los laureles’.

La política, entendida como ese espacio de conflicto y de búsquedas, tuvo en el 2014 su mejor expresión. PAIS asimiló el golpe de las elecciones municipales y ajustó tuercas: recarnetizó a su militancia, eligió directivas por voto directo y estructuró una organicidad más solvente. Hay, no cabe duda, un enorme esfuerzo por apuntalar las estructuras y reposicionarse ante los electores y sus propios militantes. ¿Y dónde quedó la crítica al sectarismo?

La derecha brilla por el entusiasmo y su desconcierto por encontrar un líder para cohesionarse, pero no tiene aún un programa real y visionario para poner al Ecuador en el andarivel del desarrollo, la equidad y la justicia. Entre CREO, PSC y SUMA hay tantas diferencias que lo único que les une es la oposición al Gobierno y al Presidente de la República. Ahora, incluso, para ganar votos enarbola las banderas de los derechos humanos y la resistencia, de la mano de algunos pensadores indígenas.  

La izquierda tradicional perdió no solo terreno electoral, también pugna una disputa con su competidor ‘ideológico’ (PAIS) una posibilidad de recambio con nuevas ideas o propuestas innovadas. Por eso dialoga mejor con la derecha, en particular sobre aquellos temas como las libertades y el constitucionalismo ortodoxo. En esa izquierda, además, hay celos y recelos que les impiden la ‘unidad popular’ que tanto anhelan. Pero además confunden sus agendas políticas para gobernar con las de los movimientos sociales que tienen otras lógicas y dinámicas.

En cambio surgieron actores como Avanza, con un ministro del gabinete actual como su líder; movimientos locales con gran presencia, que no se colocan ni en la derecha ni en la izquierda, pero que dialogan con respeto y cordialidad con el Gobierno. Ninguno de ellos sostiene posturas rabiosas o radicales. Por el contrario, han ganado terreno desde una visión localista y con programas concretos para sus comunidades. ¿Todos esos grupos nacieron y crecieron al calor de lo que hizo o dejó de hacer PAIS entre el 2013 y el 2014? ¿Son ellos la pauta de los próximos comicios locales de modo que desplazan a los nacionales como su referente vecino?

Y no cabe duda de que los resultados del 23 de febrero marcaron la agenda política de 2014. Ni siquiera la posibilidad de discutir una reelección presidencial estaba pensada antes de esa fecha. Mucho menos para las derechas e izquierdas en la oposición hubo, antes de ello, entusiasmo para disputarle el poder a PAIS. Partidos y movimientos como MPD, PRE y PRIAN, de hecho, han desaparecido del registro. CREO, tras ocupar el segundo lugar en las presidenciales del 2013, pasó a un lugar secundario en las municipales del 2014. Y ni SUMA ni PSC son grupos dominantes a nivel nacional, y en lo local no tienen todo el apoyo ni son fuerzas dominantes y hegemónicas.

¿Si no hubiera la sugerencia y después la propuesta de la reelección presidencial de qué hablarían las derechas e izquierdas? ¿En qué terreno de disputa y hasta debate político nos hallaríamos los ecuatorianos si el balance de los resultados electorales municipales tuviera un mejor enfoque, mayor análisis cuantitativo y cualitativo y no se les entregaran a los ganadores todas las virtudes y talentos (que nos los tienen) para afrontar las responsabilidades de la crítica efectiva?

Entonces, en ese panorama, dejando de lado los entusiasmos triunfalistas de unos, las criticidades irreflexivas de otros y el silencio de ciertas encuestas, la preocupación política sería qué pasa y pasará con PAIS en el 2015. Y no porque ahora gobierne y domine varios espacios de representación, sino porque precisamente constituye, para muchas personas, el referente real de la transformación y el aparato responsable de concluir todos los mandatos establecidos en la Constitución de Montecristi. Nadie duda del prestigio y popularidad de su líder, tampoco del enorme beneficio causado a centenas de miles de hogares ecuatorianos y, mucho menos, la gran notoriedad alcanzada por Ecuador gracias a todo lo realizado en diversos terrenos, por lo que solo en 7 años ocupa un lugar destacado. Parecería que un error o dos, alguna que otra debilidad en la gestión o en la operatividad política acaban con todo lo recorrido. Y quizá así es la política. Por eso es una de las zonas más fascinantes para el análisis y la interpretación. Lamentablemente el país (medios, academia e intelectuales) carece de ese rigor de análisis y las pasiones envuelven, de lado y lado, su entendimiento.

A PAIS y al Gobierno no hay que criticarle a partir de su decisión de explotar una mínima parte del Yasuní o de llegar a un acuerdo comercial con la Unión Europea, mucho menos por el estilo de su líder o el manejo de ciertos temas en el campo mediático. Si hay algo profundamente necesario y urgente es saber hasta dónde todos sus postulados convierten al país en una geografía de bienestar y de desarrollo armónico a largo plazo, con libertades para vivir y con oportunidades para todos.

En perspectiva histórica PAIS constituye todavía el movimiento político que transformó al Estado benefactor de unos pocos grupos y a la política como esa peste a la que nadie quería ni oler. Y eso, en términos históricos estrictos, le otorga también responsabilidades concretas, entre ellas: sostener ese diálogo profundo con las grandes mayorías y con todos los sectores sociales y políticos, una rigurosa gestión administrativa del Estado, combatiendo todo indicio de corrupción, eliminando la ineficacia y el acomodo de unos funcionarios para una pedagogía ejemplar del cambio propuesto, devolver el entusiasmo a la política para que la discusión y el debate sean enriquecedores y motivo de conversación pública diaria.

Por ahora, la mayor responsabilidad para dar ese salto (a pesar de todo lo hecho) está en tres terrenos potentes y poderosos para todo proceso de transformación: la política, la cultura y la comunicación.  

En la primera hace falta una idea movilizadora fresca para apuntalar el Buen Vivir en toda su expresión y en toda su tensión. Y ahí hay mucho por construir, con todo lo avanzado, porque aquello de que la prioridad es el ser humano y no el mercado conlleva una fuerte disputa con una mirada liberal, mercantilista y hasta consumista que impide una sociedad distinta, modesta y austera.

En el terreno de la cultura hay vacíos y déficits. Y hay tiempo de corregir y avanzar, porque la conciencia de los seres humanos es mucho más poderosa que la plata en los bolsillos y para eso hacen falta ‘cadenas de valor’ intelectual, artístico, académico y educativo para que los ecuatorianos seamos seres de creación y trabajo y no empleados de la maquinaria mercantilista y capitalista.

Y en la comunicación porque es la batalla más difícil, donde se encadenan muchos actores, algunos de ellos ‘ingenuos’, pensando que un libre pensamiento, una oposición moral y ética nos salvará de un supuesto totalitarismo sin darse cuenta de que construyen imaginarios y hasta ilusiones bien definidas desde un pensamiento hegemónico conservador. La disputa mediática quizá ha ganado bastante terreno, pero falta todavía por sembrar procesos epistemológicos para abrir un nuevo escenario para la comunicación, como herramienta trascendental de cambio real de las relaciones de poder.

Entonces, el camino de la política más bien podría dibujarse como empedrado de incertidumbres. La certeza no vendrá precisamente de aquella oposición beligerante, sino del propio PAIS. Para eso hace falta un espacio reflexivo mucho más riguroso. Y entonces, solo entonces, pensar en las elecciones de 2017.

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