12 meses intensos para PAIS: del revés electoral a la renovación de sus directivas nacional y locales

La noche del 23 de febrero Rafael Correa dijo unas palabras que retumbaron en la sede central de PAIS, en Quito. El movimiento había pecado de sectarismo, divisiones internas lo consumían y aupaban a la oposición.

Correa cuestionó un hecho particular: por qué no se firmó un acuerdo nacional con Avanza, convertida ahora en la segunda fuerza política y cuyo máximo dirigente, Ramiro González, es miembro de su gabinete.

Esa declaración catapultó al Ministro de Industrias a la primera línea de la política nacional. Convertido ahora en presidenciable, en aquella ocasión acusó directamente a los directivos de PAIS de no responder a una llamada suya para concretar alianzas. Incluso aseguró que la derrota en Azuay fue por falta de unidad entre ambas tiendas políticas. Hubo respuestas de Galo Mora y de Fernando Cordero, pero al final la tensión terminó. Después de todo, son compañeros de gabinete.

En muchas localidades, PAIS perdía frente Avanza, que tenía un candidato que había salido de sus filas. Y el mayor ejemplo de eso es Imbabura. En esa provincia se perdió todo, excepto el cantón Urcuquí. Y fue el aliado el que se llevó la Prefectura y casi todas las alcaldías.

Para corregir los errores, PAIS convocó a su tercera convención nacional en Esmeraldas. Doris Soliz reemplazó en la secretaría ejecutiva a Mora, quien también hizo un mea culpa por los resultados de los comicios.

A la hasta entonces Ministra de Inclusión Económica y Social le tocó cumplir el principal mandato: la renovación de las directivas locales.

Si la selección de candidatos fue traumática, la de las directivas fue oxigenadora. No hubo incidentes ni denuncias contra el contrincante. Soliz dejó que se presentaran todas las listas que quisieran, sin censura de ningún tipo.

En algunas provincias hubo consenso en torno a candidaturas únicas, como en Guayas, con Marcela Aguiñaga. En otra ocurría una verdadera disputa de ‘pesos pesados’, como en Los Ríos, entre el prefecto Marco Troya y el gobernador Jesús Narváez. El primero venció. En Pichincha, el prefecto Gustavo Baroja estará al frente del movimiento.

Ahora los directivos provinciales se incorporarán a la dirigencia nacional. Ese fue uno de los cambios ordenados el 1 de mayo. El objetivo es no perder contacto con los territorios. Y ese modelo se aplicará en las provincias, donde estarán todos los líderes cantonales.

Fue un proceso inédito, con vigilancia del CNE y desde la más pequeña de las parroquias se votó sin contratiempos.

No lleva ni un año su gestión y Soliz ya lleva varias felicitaciones y loas a su trabajo. Su segundo gran éxito fue la organización del Encuentro Latinoamericano Progresista (ELAP), que reunió a los mayores exponentes de la izquierda de la región y Europa.

La llegada a Quito en septiembre de dirigentes de Podemos, de España; de Siryza, de Grecia; del Partido de los Trabajadores, de Brasil; de La Cámpora, de Argentina; puso a PAIS en el centro del pensamiento progresista del mundo. La Revolución Ciudadana se ha convertido en un referente, como en algún momento lo dijo Pablo Iglesias, la revelación política de España.

PAIS cierra un año complejo. Si en febrero sufrió un duro revés electoral, el primero tal vez de su fulgurante historia, en mayo emprendió el camino de la renovación. Para septiembre se codeaba con la flor y nata  del socialismo internacional y en diciembre concluía unas elecciones internas pacíficas.

Ha sido un proceso difícil, pero todo en miras a un objetivo: las elecciones de 2017. El propio Correa dijo hace 2 semanas que esa será “la madre de las batallas” y pidió solo una cosa: unidad.