El corazón de Gabriela latió aceleradamente cuando vio el video del legislador Ronny Aleaga participando en la Asamblea Nacional. Fue el martes pasado, cuando a los tres minutos y veinte segundos, Aleaga se colgó un collar con cuencas amarillas y negras que lo identifica como un latin king. Por primera vez, uno de los integrantes de esta agrupación social, antes considerada una pandilla, llegaba al segundo poder del Estado. Para alcanzarlo siguieron un camino de tres décadas. Los “Reyes Latinos” nacieron en Estados Unidos en los años 50, cuando migrantes latinoamericanos se agruparon en las calles. Pronto ellos fueron vinculados con delitos. En los 90 se afianzaron en Ecuador, en especial en los barrios pobres de Quito y Guayaquil. En las calles céntricas de la ciudad puerto, Ronny Aleaga se unió a los Latin Kings, tenía 14 años y una conducta inquieta. Así lo recuerda 20 años después. En la organización es conocido como “King Reaper” y, tal como sus compañeros de esa época, vivió momentos duros. La disputa con Los Ñetas, otro grupo urbano, se llenó de violencia y la sociedad les puso el sello de peligrosos. Serpaz, que hasta ahora trabaja con jóvenes vulnerables, fue una de las primeras fundaciones que intentó cambiar la vida de los “Reyes Latinos”. Y los invitó al primer proceso de reinserción a la comunidad en 2002. Aleaga recuerda que este primer paso no tuvo éxito. No estaban convencidos de que la comunidad los aceptara con su identidad. En los años siguientes hubo más intentos fallidos. Hasta que en 2008 por fin firmaron la paz con Los Ñetas, con ayuda de Serpaz y del Gobierno. Desde entonces arrancó el proceso de legalización que fue calificado por la BBC como un ejemplo mundial. La vida cambió para muchos Latin Kings. Gabriela, por ejemplo, decidió ir a la universidad y ahora trabaja en una institución pública. Asimismo fue para Ronny, quien dice con satisfacción que dentro de los “Reyes Latinos” hay buenos profesionales que aportan al país. Aleaga se convirtió en ingeniero en administración de empresas, piloto de avión, montó una empresa familiar y es rescatista voluntario. También se casó y es padre de un hijo. La “picazón” de la política siempre estuvo en su mente y decidió ir a las elecciones de 2013 como asambleísta alterno de Sofía Espín para el movimiento Alianza PAIS. Gabriela y otros integrantes de los Latin Kings, como Jostin, lo apoyaron en la campaña e hicieron recorridos para que ganara una curul por la provincia de Guayas. Lo lograron, pero por más de un año la presencia de Aleaga en la Asamblea fue esporádica. Esto cambió en noviembre pasado, cuando fue principalizado luego de la destitución de Espín, quien supuestamente trató de cambiar la versión de un testigo en el juicio donde es parte el expresidente Rafael Correa. Aleaga decidió mantener en reserva su pertenencia a los Latin Kings, pero su voz se levantó para defender a quienes llama “hermanitos” de la denuncia de su legisladora de CREO, Ana Galarza. Ella aseguraba que su familia fue amenazada por ese grupo. Entonces pensó que resurgirían los estigmas de pandilleros. “Somos parte de la sociedad, somos policías, militares, abogados, ingenieros, pastores evangélicos, sacerdotes y tendremos candidatos a las próximas elecciones”, destaca Aleaga. También presentó una denuncia contra la asambleísta de CREO para que sea investigada por supuestos cobros ilegales a los colaboradores de su despacho. “Las pruebas (contra Galarza) llegaron a mi oficina, luego de que la confronté”. El legislador cree que saldrá airoso de esta disputa. Por lo pronto, cuenta con el respaldo de sus compañeros de partido. El coordinador de la bancada de la Revolución Ciudadana, Cristóbal Lloret, resalta su presencia en el pleno de la Asamblea. Para él, es necesario que más integrantes de grupos que fueron excluidos en el pasado sean parte de las decisiones para el futuro del país. (I)