En el estudio Políticas antigénero en América Latina: el caso Ecuador liderado y publicado por el Observatorio de Sexualidad y Política (SPW), disponible digitalmente, exploro los hitos que marcan el avance de estas políticas y respondo varias preguntas: ¿En qué contexto político se ubican? ¿Qué efecto tiene la ofensiva antigénero en los derechos sexuales y reproductivos, incluyendo el derecho al aborto y la educación sexual? ¿Cuáles son los actores antigénero, cómo operan y cómo se financian? Y en medio de este panorama, que parecería solo de retrocesos, abordo también las resistencias desde el movimiento feminista, LGBTIQ y la teología feminista. Si bien en Ecuador las políticas antigénero tienen una historia de largo alcance que remonta a la colonización y a la construcción de la única “república católica” o “república del Sagrado Corazón de Jesús” de América Latina en la segunda mitad del siglo XIX (Espinosa 2018), el crecimiento de las políticas antigénero en Ecuador tienen cabida en el período presidencial de Rafael Correa y posterior a su salida. Es importante resaltar las contradicciones a partir de las cuales el gobierno de Correa mantuvo estructuras heteronormativas y homofóbicas, mientras desarrolló políticas homo-proteccionistas como estrategia política para cooptar los sectores más diversos de la sociedad. Por ejemplo, en la Constitución de 2008 amplió las definiciones legales de la familia, reconociendo a la familia en sus diversas formas, pero, paradójicamente, bloqueó los matrimonios entre personas del mismo sexo y limitó los derechos de adopción a las familias homoparentales. 2013 fue un año de acciones que debilitaron el tejido organizativo, en donde el giro hacia el autoritarismo del Estado tuvo como uno de los efectos negativos más importantes -desde el punto de vista del ejercicio de los derechos- la aparición de discursos y movilizaciones en torno a la “ideología de género”, discursos antiderechos, sexistas, antiaborto y homo, lesbo, trans y bifóbica. Es en uno de sus discursos semanales denominados sabatinas del 28 de diciembre de 2013 (en donde el expresidente Correa atacaba pedagógicamente a quienes estaban en desacuerdo con su mandato), en donde critica la “ideología de género”, afirmando que “académicamente no resiste el menor análisis”. Esta fue la primera vez que un dirigente político latinoamericano expresaba una visión sobre género anclada en las elaboraciones críticas del Vaticano. En ese registro, el discurso antigénero del presidente creó un conjunto de obstáculos a los derechos sexuales y reproductivos, y la justicia reproductiva en Ecuador y en América Latina. Entre sus principales actores y actoras involucrados/as en estas ofensivas antigénero se encuentra el colectivo “Con mis hijos no te metas”, cuyo principal enfoque es la educación. La iniciativa moviliza a las comunidades de fe tanto católicas como evangélicas, como también a sectores no religiosos. Bajo el lema de que “la ideología no vence a la biología” estas voces consideran que no se puede definir al hombre o mujer como una construcción social y cultural independientemente de su fisiología. La campaña opera de forma transnacional, comparte consignas, nombres y publicaciones a través de los países de la región. Propagan por ejemplo perversamente la idea de que el embarazo de adolescentes es resultado de promiscuidad, borrando así la violencia sexual, la violación, y el abuso del que son víctimas las niñas adolescentes por parte de sus miembros de su familia, y/o personas de su entorno, que deberían protegerlas. La iniciativa en su conjunto tiene apoyo de la Conferencia Episcopal Católica, y de grupos de élite económica/política. Si bien muchos de los voceros son hombres adultos, cuentan con portavoces mujeres como Paulina Aguirre, famosa cantante ecuatoriana ganadora de un Grammy. La retórica de los grupos antigénero coloca juntos elementos flotantes, borra precisiones y crea fantasmas. La mayoría de estos grupos declara “no tener banderas ideológicas”, sin embargo, sus discursos presentan sesgos fuertes del libertarismo conservador. La narrativa de los grupos “provida” y antigénero tiende a parecerse a una teoría de conspiración pero también utiliza el lenguaje apocalíptico. En el contexto del coronavirus, señalan los esfuerzos de países como Estados Unidos para “suspender temporalmente el genocidio de niños por nacer” aludiendo que así se salvarían más vidas de las que se perderían, mostrando una absoluta falta de empatía por las miles de personas que han perdido y siguen perdiendo la vida por el coronavirus. Es decir, asocian las ideas de conspiración y lobby con referencias bíblicas al fin de los tiempos y sus causales; hablan de un grupo elegido que se salvará de un grupo condenado a la muerte, también desarrollan un discurso antiacadémico que se caracteriza por un rechazo total o parcial de las teorías, metodologías o evidencias que vayan en contra de sus visiones. Los actores principales y promotores económicos del movimiento “Con Mis Hijos No Te metas” tienen una alianza triple entre evangélicos, adventistas, y católicos, pertenecientes a las tres ciudades principales de Ecuador. La investigación identificó conexiones con HCJB (Herald Christ Jesus’ Blessings/Hoy Cristo Jesús Bendice), La Voz de los Andes, fundada en 1936, siendo la primera estación con programación diaria en Ecuador y la primera radio cristiana misionera en el mundo. La misma crea en 1992 el grupo llamado Apoyo, actualmente “Camino de Salida” que importa a Ecuador el movimiento ex-gay y las terapias de conversión en una industria transnacional multimillonaria, a través de organizaciones como Exodus (Annie Wilkinson 2013). Ante este contexto de desinformación, Mónica Maher, teóloga feminista de la Iglesia Unida de Cristo, nos exhorta a recuperar la interpretación bíblica como mensaje de liberación para las mujeres como una tarea, pues es la disminución del poder del Vaticano a escala global por el escándalo criminal de abuso sexual por clérigos lo que lleva a los líderes religiosos conservadores a enfocarse en las vidas íntimas y en las elecciones personales de las mujeres y personas de la comunidad LGBTTI, un objetivo más fácil que pronunciarse sobre políticas globales inequitativas. Una teología feminista anclada en la teología de la liberación, promueve el pensamiento plural, espiritual, contextual, de verdades múltiples y un liderazgo compartido horizontal que no excluye ni discrimina a nadie, estilo Jesús. (O)