Tienen los sentidos afinados para cumplir con su objetivo: atrapar a las fake news que navegan por la web. Uno de estos cazadores es Gabriel Narváez, de 27 años, quien trabaja desde hace año y medio en Ecuador Chequea. Esta es una iniciativa de Fundamedios para verificar el discurso oficial y también desbaratar las noticias falsas. En un día normal de trabajo, Gabriel Narváez abre sus ojos y empieza a revisar de qué están hablando los ecuatorianos en sus redes sociales. A las 08:30 llega a su oficina en el norte de Quito y revisa el monitoreo de medios para analizar el discurso de las autoridades. Él es periodista y junto con su compañero Félix Amaya realizan la verificación de la información pública con las fuentes oficiales. Su trabajo tiene un corte analítico y con un ritmo alejado de la virulencia de la información. Esta tranquilidad se trastocó en los 12 días de paralización que vivió el país por la protesta del movimiento indígena y de grupos sociales. Sus turnos de trabajo aumentaron: se iniciaban desde las 04:00 y terminaban pasada la medianoche y, en los momentos de mayor crisis, ellos no cerraron los ojos. Él dice que lo hicieron para responder los mensajes de sus seguidores. Muchos estuvieron aterrorizados por un supuesto ataque militar por el túnel del Metro de Quito o por el corte de luz hasta sacar a los manifestantes que dormían en la Casa de la Cultura. En las jornadas de protesta se activaron masivamente en Twitter y Facebook y generaron conmoción entre los ciudadanos. El especialista en periodismo digital, José Rivera, explica que esa hipótesis se puede verificar fácilmente. Por ejemplo, cuando en el país apareció la tendencia #masacreenquito, detrás de ella estaba el trabajo de los “guerreros digitales”. Esta es una comunidad virtual afín al expresidente Rafael Correa. Durante el paro, ellos junto con el mandatario, varios asambleístas y otros dirigentes de la Revolución Ciudadana generaron varias tendencias en redes sociales. Las más importantes fueron: muertecruzada, elparoreciencomienza, prensacorrupta, entre otras. Para Rivera estas tendencias se convirtieron en una bola de nieve que llevaba mucha información engañosa y que generaba incertidumbre. Mientras que desde el lado oficial se impulsaron hashtag como: noalaviolencia; apoyoalademocracia; estonoesunparo, entre otros. Actualmente, el uso de redes sociales es clave en una disputa informativa y Ecuador no es la excepción. La plataforma de gestión de redes sociales Hootsuite y la agencia de marketing digital We Are Social presentaron, en junio de 2019, un informe que señala que 13,5 millones de ecuatorianos están conectados a internet. Pero el dato más revelador es que de esa cifra, 11 millones acceden a sus redes sociales mediante el uso de teléfonos móviles y que en promedio navegan en internet 6 horas con 42 minutos. Las redes se convirtieron en su fuente de información cotidiana y participativa. Por la cantidad de contenido que recibieron compartieron y reaccionaron en la red. En consecuencia, en los días que duró el paro el trabajo de los cazadores de fake news fue un cable a tierra. Sirvió para alertar sobre la información engañosa que aumentaba tan rápido como un virus. Incluso, la Secretaría de Comunicación de la Presidencia alertó de la divulgación masiva de fake news. En su cuenta en Facebook publicaron 72 desmentidos de noticias engañosas. Entre ellas incluían supuestos decretos ejecutivos, comunicados de prensa de ministerios, información de medios de comunicación y fotografías. Todas ellas circulaban por las redes sociales generando zozobra en la comunidad. Por eso, la Secretaría de Comunicación emitió un comunicado rechazando la divulgación de noticias falsas que trataban de fracturar el diálogo para generar una nueva crisis. Para la ministra de Gobierno, María Paula Romo, esta era una estrategia para desestabilizar al gobierno. En su cuenta de Twitter, por ejemplo, reveló que muchas tendencias de lo que sucedía en Ecuador eran compartidas al unísono en Venezuela. Para Rivera, es fundamental que en este escenario existan los “observadores de noticias”, que pueden en un momento determinado tranquilizar las aguas. Narváez recuerda que eso lo vivió la madrugada del sábado 12 de octubre de 2019. En la penumbra se escuchó una fuerte detonación en el parque de El Arbolito, donde estaban los manifestantes. Los mensajes se disparaban hacia varias suposiciones que desembocaban en el peor de los escenarios. Entonces, Ecuador Chequea conversó con las autoridades y verificó que se trataba de la explosión de un cilindro de gas. Eran más de las 02:00, pero pudieron ratificar que no había heridos ni víctimas y esa noticia la transmitieron al instante. Durante la protesta, Ecuador Chequea analizó 148 mensajes, de los cuales 66 llevaban contenidos engañosos y fueron desmentidos. Mientras que 61 fueron confirmados y 21, oficiales, fueron también ratificados, incluso luego de que terminara el paro de los indígenas. La educación es clave En Europa este es un trabajo que está en crecimiento y que es una nueva alternativa para los periodistas. Un ejemplo es el portal maldita.es que recopila información que se vuelve viral en internet. Sus integrantes se encargan, mediante denuncias o pedidos a través de sus canales de contacto, de desmentir o confirmar la información que se volvió viral. Yuly Jara, periodista ecuatoriana, vive en España y es parte de esa plataforma. Comenta que para que una información sea publicada pasa por filtros de seguridad y confirmación. En una charla con periodistas de Guayaquil, ella recomendó a los comunicadores que fueran los primeros en cumplir una minuciosa verificación de la información que reproducen en redes sociales. Esto ocurre porque la ciudadanía los está viendo y confía en sus datos. En Ecuador es urgente impulsar una educación digital para que desde cada casa se empiece a discernir qué puede ser una fake news y evitar convertirla en una epidemia informativa. En ese sentido Efraín Luna, director de la carrera de Comunicación de la Universidad Católica de Guayaquil, enfatiza que desde hace tres años existe la asignatura optativa de Fake News. Este no es solo un taller para periodistas sino que está disponible para todas las carreras de la institución. Luna cree que es cuestión de tiempo, aunque sea a paso lento, para que exista una alfabetización digital. Esto servirá para que las personas sean responsables de la información que reciben, que usan y que comparten en sus plataformas digitales. Hasta que eso suceda, hace un llamado a los periodistas para que funcionen “como los policías para poner el orden en algún exceso”. Ellos son los profesionales que conocen lo que se debe y no hacer. Por su parte, el especialista en nuevas tecnologías, Christian Espinosa, recomienda que cada usuario se convierta en un cazador de noticias engañosas. Él tiene un camino sencillo para hacerlo. Lo primero es identificar la fecha y detalles del contenido. Luego no caer en la tentación de publicarlo solo porque esté muy compartido por sus conocidos o personas de su simpatía. Posteriormente buscar de dónde proviene la información y no dejarse guiar por las afinidades políticas e ideológicas. Es clave tomar distancia para verificar con claridad la información. “Es tomar una actitud crítica de lo que se consume, para obtener diferentes frentes de la noticia o de lo que sucede y así tener un panorama completo y real”, explica el especialista. Sin embargo, reconoce que la rapidez con la que se genera información en el mundo virtual e incluso la que propagan los medios de comunicación afecta la correcta verificación. “A veces es solo un registro de lo que está sucediendo y poco a poco se va añadiendo información”, sostiene Espinosa, y por ello invita a la ciudadanía a no “quedarse” con un solo lado de la noticia. La periodista guayaquileña Danna Hanna Avendaño coincide con ese criterio. Ella dice que tiene un mecanismo diario que usa como procedimiento para transmitir un mensaje que verán sus seguidores. Su iniciativa no se diferencia mucho del trabajo que cumple cada día Narváez en Ecuador Chequea. Ella es minuciosa con la constratación de las fuentes, en la observación de las fotografías, en los textos, en los lugares donde supuestamente ocurrió la noticia; en las personas que antes transmitieron ese mensaje y en cualquier detalle para cazar una noticia falsa. (I)